viernes, 15 de junio de 2012
My body is a cage
Jean-Dominique Bauby, dictando su novela "la escafandra y la mariposa" mediante signos de su ojo izquierdo, lo único que podía mover
Johnny got his gun. Dalton Trumbo, 1971 -sobre su novela de 1939- (vid. homenaje que hace Metállica a esta película en su canción "one")
My body is a cage that keeps me
From dancing with the one I love
But my mind holds the key
My body is a cage that keeps me
From dancing with the one I love
But my mind holds the key
I'm standing on a stage
Of fear and self-doubt
It's a hollow play
But they'll clap anyway
My body is a cage that keeps me
From dancing with the one I love
But my mind holds the key
You're standing next to me
My mind holds the key
I'm living in an age
That calls darkness light
Though my language is dead
Still the shapes fill my head
I'm living in an age
Whose name I don't know
Though the fear keeps me moving
Still my heart beats so slow
My body is a cage that keeps me
From dancing with the one I love
But my mind holds the key
You're standing next to me
My mind holds the key
My body is a cage
We take what we're given
Just because you've forgotten
That doesn't mean you're forgiven
I'm living in an age
That screams my name at night
But when I get to the doorway
There's no one in sight
My body is a cage that keeps me
From dancing with the one I love
But my mind holds the key
You're standing next to me
My mind holds the key
Set my spirit free
Peter Gabriel. My body is a cage
martes, 5 de junio de 2012
Cioran o el misticismo gnóstico
Acabo de terminar el aciago demiurgo, de E.M.Cioran, y no pienso en la ataraxia, en ser uno con el universo o en los giros de los derviches. Acabo de cerrar la última página de un libro tremendo por su inteligencia: un libro parafraseado e imitado por gente de la talla de Fernando Savater o Bolaño, inter miles. Cuando leí sus "silogismos de amargura" dí gracias a Dios (ese Dios en que él pretende no creer) por haber creado alguien capaz de describir lo indescriptible, y me maravillaba cuán cerca, casi chocando, estaba ese párafo fatal del poema "pursuit" de Stephen Dobyns con los postulados de Don Emilio sobre el estúpido motor de la mayoría de los actos vitales.
Siempre he considerado que somos ardillas encerrada en una jaula que nos limita, rodeadas de un mundo exterior que, al igual que los pececillos abisales que estarán ahora poblando los mecanismos atómicos del hundido Kursk (gracias, Doctor Gargunza), no deja de existir en su complejidad por el mero hecho de que no lo comprendamos. Ardillas a quien algún hacedor (creador de la carnalidad o no) nos ha puesto una rueda que, simultaneamente, agota nuestras energías y nos conduce, entretenidos, hasta el momento último en que, quizás, nos asomemos al exterior del Acelerador de Partículas en cuyas oficinas algún ser irónico había colocado nuestra jaula. Animales inconscientes de que, a una corta carrera de distancia de nosotros, se está experimentando con antimateria, quarks y partículas subatómicas que, escindidas y separadas, no pueden olvidarse de su alejada gemela: Cioran, Alan Moore y un montón de gente explican todo esto mejor que yo, así que no sigo.
Pero... sí un pequeño pensamiento. Nadie verdaderamente impregnado del gnóstico deseo de hacerse uno con el universo puede hablar -escribir- tan vehementemente como Emile Cioran. Recuerdo la tranquilidad de Harry Haller pensando que era el dueño del fin de su vida. Lo engarzo con el vikingo "cuando uno ha agotado su razón de ser, es odioso obstinarse" de las reflexiones sobre el suicidio vertidas en mi reciente -y aciago- demiurgo, y pienso qué pasaría si ese todo, ese universo en que todo gnóstico desea integrarse, en verdad no ostentara una conciencia cósmica o, cuando menos, ese acto de integración nos hiciera perder la nuestra. Entonces no formaríamos verdadera parte de esa totalidad salvo, empero, los restos orgánicos de nuestra ya decaída materia: de tal modo, ese espíritu tan valorado por los gnósticos veraderamente desaparecería, y lo único que realmente se integraría en el todo sería la materia putrefacta que, precisamente, es lo úncio verdaderamente odiado por todo gnóstico que se precie. Y así, asistimos a la paradoja de que lo único que se hace uno con el universo es, precisamente, lo más denostado, los restos podridos de la materia que siempre ansiamos abandonar. Al abandono por la putrefacción. De ahí que el gnóstico caiga en una exaltación más propia del místico Ramillete (o del marqués de Sade, lamentablemente), que de alguien que aspira a racionalizar el abandono de todo lo material. Dicho fallo es percibido por el propio Cioran, que intentaba esconderlo como "pasión por el estilo": ¿y si lo único que se perdiera en el acto de trascender fuera la conciencia de ser uno mismo? Lean la tesis del Sr. Savater sobre Cioran, y piensen no conmigo, sino más que yo.
Mala cosa, la filosofía
"Each thing I do I rush through so I can do something else. In such a way do the days pass..." (Pursuit. Stephen Dobyns)
"Siempre quiero algo diferente a lo que tengo y cuando obtengo ese algo distinto (cuando lo logro) parece que ya no es tan bueno como pensaba o parecía, y es cuando miro hacia otro lado (para tratar de olvidar aquello que tengo y que no es lo que yo quería) y descubro que no, que estaba equivocado, que precisamente esta ahí, mi meta, mi objetivo, mis anhelos están ahí, y comienza la lucha otra vez" (Silogismos de amargura. Émile Cioran)
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