jueves, 12 de abril de 2012

Consejos para el viajero sagaz


1.- Si puedes, lleva solo equipaje de mano, no factures: a ciertas Compañías Aéreas les encanta que tus maletas conozcan sitios distintos al tuyo. Además, si te da un flus y compras medio gran Bazar, siempre puedes hacerte con la famosa "maleta de las compras" y facturarla sin pagar segunda maleta. ¿Veis que son todo ventajas?

2.- Lleva tu equipaje de mano en un petate o mochila flexible: no le des el gusto a Ryanair de que tu perrito no quepa en el jodío andamio de medidas decrecientes que tienen junto al puesto de facturacion. Pauta de exito del bolso: la "estrujabilidad"(strujability). En Salvador Bachiller, Samsonite... debería haber una replica del puñetero armatoste de la Ryan -con cartelito y todo, para acojonar- para poder probar la mentada estrujabilidad de bolsos, perritos y carteras. El exito de este "Strujability tester" sería inmediato, y tremendo.

3.- Pasaporte, movil, llaves, cascos, boli, cepillo de dientes de viaje, almohadilla hinchable y unos gallumbicos/braguicas comfortables de repuesto, siempre encima: nunca se sabe...

4.- si se vuela al extranjero, una VISA con 1000 eurines de crédito limpios nunca viene mal para emergencias (ojo, no más, que las VISAS las carga el diablo).

5.- a ver, lo del dinero:

6.- para el impagable consultor, experto, asesor, letrado del Servicio de Relaciones Internacionales del Consejo: dos corbatas, un pañuelillo de cuello, un juego de gemelos y unos chinos de esos inarrugables. Y por cierto, las americanas tambien debieran ser estrujables. Los lores ingleses, cuando compraban un traje, se lo daban al mayordomo para que durmiera la primera noche con él.
... Y por favor, habría que despedir al consultorcillo que viaja con el trolley (el perrito, vamos, pero ellos le llaman trolley) que les ha regalado su consultora y, peor aun, su tarjeta profesional en el etiquetero: digan al chófer de su compañía encargado de ir al aeropuerto que si ven al consultor con uno de esos "trolleys corporativos", pasen de largo: me lo agradecerán.

7.- vivan los pantalones cargo del Coronel Tapioca, las camisetas térmicas del Decatlon y las Nike cómodas de toda la vida (no, no me pagan por la publicidad)

8.- A llevar en el compartimento interno del petate: cargador del móvil, chubasquero de bolsillo, medicinas básicas (vid. núm. 9), linterna de cabeza (las normales suelen tener pinta sospechosa), cepillo de pelo y un desodorante 24 horas de roll-on

9.- Medicinas básicas -debieran caducar dentro del precitado bolsillo interno-: antidiarreico, antihistamínico (preferiblemente liofilizado), ibuprofeno, omeprazol (una capsula cada mañana evita tener que recurrir al citado en primer lugar), Amoxicilina, antimosquitos y crema solar.

10.- Si no queda más remedio que llevar y facturar maleta, por favor, no me sean catetos y me viajen con el ultimo -y más pijo- modelo de Samsonite, LV, Loewe... La maleta ideal debería dar asco, y punto. Lo óptimo, de hecho, sería facturar el bello y dinámico bolson de rafia con el cuquísimo estampado a cuadros que te sale por dos eulos en el "todo a un eulo" (chinos mentirosetes...). Si no queda más remedio, vista la exquisita delicadeza con que los profesionales de la manipulación tratan cargan y descargan nuestro equipaje, usen maleta, pero que ni sea rígida ni mucho menos, insisto: bonita. Pauta de éxito: que a los mozos de carga les tiente llamar a desinfección

...Y, de regalo, un último consejo de amigo: no metan en el equipaje de mano cosas metálicas que puedan considerarse "fostiating instruments", como Derviches de cobre en pleno Sema (ver foto), Quijotes lanza en ristre (tambien de cobre, pero con baño de plata: mucha más clase), patés franceses en lata o Lladrós (estos corren el riesgo de llegar intactos a casa, y habría que quitar el casco de Darth Vader para ponerlos en su lugar). No es que se los vayan a quitar (cosa que tampoco va a ser mala, sobre todo los Lladrós), sino que rayan al simpático chico situado tras los arcos de control de acceso a los embarques, y éste no ceja hasta que encuentra el pintoresco regalo. Y como tampoco te dejan que les ayudes, ahí te tiras hasta que se queden contentos para luego mirar, con los ojos anegados de lágrimas, todo tu equipaje encima del cubículo de plástico de mierda.

Si es que... háganme caso: volarán más felices.

D.
Si no queda mas remedio, envuelvan tan simpaticos presentes en los gallumbos usados para la ida, esos que caminan solos: a ver si así aprenden a no ser tan cabezones.

Hala, a más ver, recien llegado de sesion doble de overbooking + fracaso en transfer por retraso del primer vuelo. Segun los turcos: "vientos 'muy raros' que soplan a la vez de todas las direcciones -hasta del suelo, oiga- impoden el normal despegue de los aviones". Manda güevos, tú.

sábado, 7 de abril de 2012

Por qué la guerra odia los puentes

Los puentes, una vez tendidos, perviven siempre: el Galata, el de las cadenas, el que sobrevuela el Howly... Y retan la estupidez de las guerras: por eso, quizás, sean los primeros en ser destruidos por las bombas. No por ser medios de abastecimiento, sino porque su presencia demuestra que lo que une vive mas que lo que separa: se ríen en la cara del caos y por eso el caos, orgulloso y vengativo, cada vez que reina se empeña en destruirlos. Pero siempre, siempre, renacen.
Los puentes son los unicos seres eternos, los únicos que, una vez en el munfo, nunca dejarán de estar.
Tendamos más puentes: nunca moriremos

viernes, 6 de abril de 2012

Paco Hernandez: hasta siempre, Maestro

Me acabo de enterar de que ha fallecido Paco Hernandez: el maestro, el genio. El amigo. 

El que nunca se inclinó ante los galeristas, los críticos o el mercado, y no obstante tuvo sala especial en la Bienal de Venecia, se lo disputaba la Siglo XXI y nunca tuvo una mala crítica, ni otro mal crítico que el que ha acabado matándole.

El que echó de su estudio a nuevos ricos que "necesitaban" un Paco Hernandez porque el vecino de casoplón ya tenía uno y, por contra, regalaba oleos a quienes eran espontaneamente amables con él.

El cristiano convencido que ha muerto un jueves Santo.

Quien me abrió a Chaim Soutine, Picabia, la Gertrude Stein que conoció Picasso y ese Ezra Pound que parecía no haber venido a este mundo a sufrir.

El que se maravillaba con el grafitti, los trenes de alta velocidad y los hibiscos que brotan en los vertederos.

El hombre inquebrantable a quien ni la muerte ha podido quebrar, salvo pillandole por sorpresa, y pintando.

Otro amigo que se va, y otra muerte en el alma. Descansa, Maestro, y cuida de nosotros. Incluso desde el cielo de Turquía te veo.