domingo, 27 de octubre de 2013

"Médicos, profesores y curas" (más una fuente de proteinas)



Esto lo decía José Antonio Lorente, recién encargado por el Vaticano para analizar y luchar contra la trata de blancas, sobre el perfil de los extranjeros que se encuentran en las selvas más inhóspitas, ayudando a los demás.

El que sea así no es baladí: sanidad, educación y una creencia -o ideología, da lo mismo- por la que aguantar el tirón son el pilar de cualquier sociedad y, al menos las dos primeras, debieran ser garantizadas a todos por el Estado. La tercera debería buscarla y elegir cada uno entre el gran abanico que al respecto se nos debiera mostrar, pero lo que suele pasar, desgraciadamente, es lo contrario: se nos inyecta la ideología a seguir, y lo demás nos lo tenemos que buscar -y pagar- nosotros. Si no, miren los del Tea party y su incomprensible cruzada contra la sanidad para todos en los USA: si Uds. la comprenden, por favor explíquenmela.

Sanidad, educacion y, añado yo, al menos una fuente doble de sustento, que comprenda carbohidratos y proteina. Y esto tambien se repite en cada cultura: sea arroz con pollo, patata con cuy o potaje de cuaresma, toda cultura ha elevado a la categoría de plato típico lo que no es sino la sublimacion de la mezcla proteina/carbohidrato nativa de cada terreno: desde el arroz chino hasta el maiz americano, pasando por la patata irlandesa (cuya plaga, allá por el XIX, fue el detonante de las grandes migraciones a los USA), acompañados normalmente del animal domesticado mas fácil de criar (pollo, cerdo, pavo y hasta cabra, en caso de lugares agrestes como el Hierro) son la mezcla clave.

Y con esto, mire Ud, nadie protesta. Garantice a un pueblo sanidad, educacion, alimento básico y la posibilidad de creer en lo que les de la gana, y se acabaron las revoluciones sociales. La pena es que, como siempre, eso nunca conviene.

sábado, 26 de octubre de 2013

Soyez les bienvenus



José Sanchez Carrasco

... Jornalero mejicano, murió a las puertas del hospital que le negó asistencia por el más aberrante de los motivos: no tenía ni dinero, ni seguro que pagara du tratamiento por deshidratacion. Así que el pobre pobre se envolvió en una manta, se tumbó junto a una de las paredes del centro de salud, aguantó cuatro días y al quinto, murió.
Si hubiera hecho un butron no habría conseguido dinero y diamantes, pero sí algo mucho más valioso: salvar su vida. Murió al otro lado del Box que se la habría salvado, pared con pared con un tratamiento encima simple, pero se le cerraron las puertas de la vida.
Ahora bien, ha conseguido lo que muy pocos consiguen: que su nombre pase a la Historia y que quizás, solo quizás, acceda al libro del tiempo como quien detonó el cambio en un sistema de salud cuando menos, inhumano.
Y como dijo el anciano al joven que le observaba con cruel curiosidad:

- donde tú estás, yo estuve. Donde yo estoy, estarás.

sábado, 12 de octubre de 2013