miércoles, 14 de septiembre de 2016

Hazme un último favor

Ven.

Háblame aunque no te oiga,
recoge mi respiración última,
y guárdala en el hueco de tus manos.

Acércala a la ventana,
ve abriendo los dedos, poco a poco
(la luz le asusta)
deja que se vaya acostumbrando al mundo,
que vea lo grande que es lo que hay fuera de mí,
-lo pequeño que siempre fui yo-
y, sobre todo,
que se mezcle con las respiraciones del mundo.

Y una vez hecha una con todo el aire,
pídele que me recuerde.

Haikus

Fui quien te recibió. El mismo que te dice adiós

Nadie debiera caminar tan erguido como para no ver la piedra que le hará caer.

No vuelvas conmigo: habrás aprendido la lección.

Mañana es el hoy que esperas

Duerme. Y en tu descanso, sueña con quien intentaré ser

Tu mano, que me acarició, no aprende a dejarme ir

No hay un alma, sino una parte de muchas.

Ni morimos, ni dormimos, ni soñamos.

jueves, 1 de septiembre de 2016

A vueltas con Stranger Things



Mola, de eso no hay duda. Pero no mola por el guión, sino porque los Duffer han logrado un catálogo visual razonado (guiño a mi querido Javi Ruilopez)de nostalgia ochentera.

Desde los créditos a lo Stephen King pasando por las figuritas de Kenner, las BMX de ET y todo -salvo el rape de la pobre Once-, todo está inventado. Otra cosa es la maestría en la hilazón. Porque si nos ponemos a tirar de influencias, si Stranger Things es una sabia mezcla de Cuenta Conmigo y ET en el apogeo de los juegos de rol artesanos, no hay mejor película sobre la visión de la infancia que matar a un ruiseñor. Y si no, vuélvanla a ver con los ojos de quien ha visto las mencionadas pelis, y verán que la belleza de la percepción infantil de una realidad hostil nació en dos niños que a su papá le llamaban por su nombre de pila: Atticus.