domingo, 9 de mayo de 2021

Las dos en punto, de Natalia Menendez

La verdad es que iba remiso, más por aprecio hacia la directora que por verdadera fe en lo que temía fuera la enésima vuelta de tuerca a una temática de base manida. Felizmente me equivoqué.

El teatro, antes que artificios y efectos, es el enfrentamiento de unos seres sobre un escenario con un público que debiera exigir el valor de sendos dinero pagado y tiempo invertido para ser conmovidos, enfurecidos, atemorizados, divertidos. La excusa de la vida triste de las hermanas Fandiño, las Marías de Santiago, ha sido en este caso el sustrato primero y último para acompañar a dos seres azotados por la desgracia en un viaje movido últimamente por el cariño, no por el miedo. La Maruxa y la Coralia claman a través de unas magistrales Mona Martínez y Carmen Barrantes, y nos cuentan que ya no tienen miedo. Que hay que salir siempre maquilladas y elegantes a la calle. Que los vecinos las dejan lentejas en un plato que ellas siempre devuelven brillante de limpio. Que hace décadas eran más de diez hermanos, pero les mataron a muchos. Tantas cosas, todas unidas por el mismo principio: mientras estemos juntas, nada nos destruirá. 

Y nada las destruyó mientras siguieron las dos. Esa fue su victoria. Porque, al final, vencieron ellas.

Esta es la magia del buen teatro. Tras conmover, te hace pensar y querer ser mejor.

Gracias, Natalia. En breve, de nuevo en el chino de Paula