viernes, 25 de octubre de 2019

infelicidad y creacion

La felicidad es poco creativa. Se crea desde la ira, la tristeza o la búsqueda. Poco bueno nace cuando la vida sonríe y el estómago se llena debida y regularmente (salvo los comedores compulsivos o estéticos como Dumas, Stendhal o Balzac, pero de ello, hablaremos algún día, no tardío). La creatividad se recrea en la pérdida de lo que se tuvo y la búsqueda de lo que nunca se tendrá. Trabaja optimamente en el insomnio y los estados alterados de conciencia, y gusta de ser parida con dolor o vomitada con asco, propio y ajena.
La belleza se crea desde la fealdad de un momento súbito, doloroso y perdido, en que la única luz que nos salva in extremis es aquella que podamos crear. Por eso el creador sobrevive y el desafortunado puro por carente de esa capacidad, se mata o es matado. Esa es la gratitud de la belleza, que requiere de dolor para nacer, pero postreramente consuela y, si no salva, salva del olvido.
Pero duele. Y cuando no duele, obliga a buscar esa pulsión que empuja a una pasión coyuntural y culpable, egoista y efímera.

martes, 30 de julio de 2019

Luis Acosta Moro (y tantos otros)

España da genios, locos, atormentados, privilegiados, inquietos, histriones... y suele sintetizarlos en individuos concretos que, después, olvida. Uno de ellos es Luis Acosta Moro, que fue dibujante, escritor, fotógrafo, histrión, productor, fuente de anécdotas... en suma, artista. Dibujó muchos de los cuentos de los niños de los setenta y solo publicó dos libros de fotografías, “cabeza de muñeca” y “trece historias sobre la muerte”. No pudo -quizás no quiso- evitar ser como fue, y la historia le abandonó, en la línea de Jorge Rueda y tantos otros, demasiados genios por metro cuadrado en esta península que pare grandeza y estupidez a partes iguales.
Hablaría más de él, pero eso se lo dejo a marclr1, por elementales razones de justicia. Si algún día le encuentran en la calle, preguntenle por cómo aparecía en silla de ruedas en las fiestas, empujado por modelos, y qué pasaba a la mínima de cambio.

Ave atque vale