miércoles, 29 de abril de 2009

A quien se fue

Por respeto a sus hijos, amigos de verdad, no pondré más que dos frases: se fue rodeado de los suyos, y creo que debió irse feliz al darse cuenta de que estaban todos allí. Descansa en paz.

Devil's arcade. Bruce Springsteen


Gracias a Esther por descubrirme la canción, y a quienquiera que hizo este vídeo pirata, por su brillantez. Al final, ¿quién tiene la culpa del odio, de todo el odio?

miércoles, 15 de abril de 2009

Amigos que se pierden, amigos que se ganan

Seré corto pero no tajante (apodíptico, que dicen por aquí): la vida es larga y complicada, y hay amigos que se van cayendo de nosotros -o nosotros de ellos- según avanzamos o retrocedemos; cambiamos o nos estancamos; nos promocionan o nos despiden; afrontamos la realidad o nos creamos ficciones... No temo estos avatares, consecuencia ineludible de la vida moderna, aunque siempre duelen. Siempre que, claro está, no afecten a mi círculo íntimo. Lo que sí temo es enterarme, cuando ya es tarde, de que he perdido a alguien importante y no me había dado cuenta, sencillamente porque nada me habían dicho para evitarlo. Hace mucho, mucho tiempo incluso para mí, decidí que lo peor de esta vida es tener que arrepentirte de lo que pudiste hacer y no hiciste. Pero si te castran la oportunidad de deshacer el mal ocultándote los errores en que has caído, ¿qué queda por hacer? ¿qué se puede hacer más que excusarse, ya a toro pasado, con la conciencia de lo tardío del remedio? Espero que no me pase y, por favor, decid a la gente lo que hacemos mal para que al menos, si tenéis que imputarnos algo, lo sea a sabiendas de que, dicho a tiempo, no quisimos arreglarlo. No es una petición, es un ruego
Un abrazo

La amistad. De Enrique Rojas

Gracias a sendos Joaquines he reparado en un texto muy, muy bueno que sobre la amistad ha publicado recientemente Enrique Rojas en "El Mundo". Acabo de comentar a Quim que el texto, si bien espléndido, verbaliza algo que cualquier persona con un amigo de verdad sabe, siente y reconoce, y la mayor o menor destreza literaria no resta validez, intensidad o autenticidad a lo que los menos dotados para la escritura sienten cuando tienen un amigo. En todo caso, es de aplaudir el trabajo de ordenación de ideas y sistematización que hace el gurú del buen rollo que, dicho sea en passant, aprovecha para "venir a hablar de su libro", que diría Paco Umbral. Helo aquí.

"Acabo de publicar un nuevo libro, titulado Amigos. Hacía tiempo que quería adentrarme en la aventura de entrar en el apasionante territorio de la amistad. Existe una auténtica selva del lenguaje afectivo. El campo magnético de los sentimientos forma una telaraña compleja en el que las ideas se cruzan, entremezclan, confunden, avasallan, entran y salen, suben y bajan, giran, se esconden y luego vuelven a aparecer. Todo esto da lugar a una tupida red de significados en la que la imprecisión está a la orden del día, pues la vida y milagros de las emociones cobran alcances y acepciones bien distintas.

La amistad es un sentimiento positivo entre dos personas, que se inicia a través de una simpatía y estimación mutua. Son muchos los fenómenos que se producen en su interior, pero podrían resumirse diciendo que se trata, ante todo, de un estado subjetivo en el que el protagonista es uno mismo. Por medio de ese estado se percibe un cambio agradable que recorre la intimidad y la modifica en positivo. Es también una experiencia personal, que conocemos por nosotros mismos y no por lo que nos cuentan otras personas.

Hay diferentes grados de amistad. Porque lo cierto es que pocas amistades llegan a ser íntimas. La amistad supone cultivo de los sentimientos, trabajo psicológico que exige correspondencia -no puede ser unilateral-. No es un sentimiento estático, sino dinámico. Puede ir a más, pero también por diferencias, enfados y tensiones, enfriarse e ir a menos. Utilizamos con demasiada licencia, sin precisión., la palabra amistad. Esta es una forma de amor sin sexualidad y encierra una pasión por lo absoluto.

En la amistad de cierta intensidad se produce la comunicación de dos vidas y de dos realidades. Uno asiste a la existencia del otro y viceversa. Supone dejar entrar en la ciudadela interior, en los pasadizos del propio castillo, al otro, para que vea y observe lo que allí hay. Este proceso empieza por dejar que el amigo venga a nuestra casa y vea cómo es nuestro hogar y qué estilo de vida tenemos. La amistad es una de las grandes fuerzas de la vida, que tira de nosotros y, al mismo tiempo, nos ayuda a mantener los pies en la tierra.

La amistad requiere cuidados y mucha atención. Los campos no se riegan a base de trombas de agua, sino gracias a la fina lluvia que empapa la vida poco a poco. Esta humedad cala, perfora, se cuela y penetra en la tierra, empapando hasta las raíces mismas; éste es el modo de cultivar una amistad intensa. Cabe preguntarse: ¿es posible tener un verdadero amigo en los tiempos que corren? La respuesta es sin duda afirmativa, pero no hay que olvidar que la amistad profunda implica el riesgo de abrirse al otro, de dejar que nos conozca tal y como realmente somos.

Quiero detenerme en los tres principios que se hospedan en la amistad, desde mi punto de vista. En primer lugar, la afinidad.Este término se refiere a ideas, criterios y orientaciones de vida parecidos. No tienen que ser iguales, pero sí permitir entre esas personas un puente de comunicación similar.

En segundo lugar, la donación, que es la capacidad para entregarse.No es sólo dar aquello que uno tiene (dinero, tiempo, comprensión, etcétera), sino, sobre todo, darse a uno mismo. En las distintas intensidades de la amistad, la capacidad para darse depende de la generosidad que uno tenga. La persona esencialmente egoísta no puede entregarse fácilmente, pues está muy pagada de sí misma o instrumentaliza la amistad, haciéndose amiga de alguien para obtener un beneficio.

En tercer lugar, la confidencia, entendida como la capacidad y confianza para contar cosas íntimas, personales, auténticos secretos, con la certeza de que aquello es materia reservada y no saldrá de allí. Hacer confidencias siempre supone arriesgarse, sobre todo cuando la relación se esta iniciando o no hay todavía unas bases sólidas de esa amistad. Entre las personas poco maduras, es frecuente contarse cosas extraordinariamente íntimas casi sin conocerse. La amistad necesita tiempo compartido, cercanía, proximidad, verse a menudo, un hablar continuado.

En muchos países de la Unión Europea, la gente se agrupa en torno a la tertulia, a la política, a la cultura, a la gastronomía, al vino, al folclore, a la Historia, a la música... En esas agrupaciones colectivas suele darse una buena dosis de amistad, que crece más adelante según las preferencias y elecciones que se van dando con el paso de los años. Trato y correspondencia de ida y vuelta.La amistad verdadera no es fácil de conseguir, pero hay que ir detrás de ella y buscarla y trabajarla para que llegue a un buen nivel. La amistad es más duradera que el amor, pero menos intensa.

Hay toda una serie de ingredientes que se arremolinan en torno a la amistad, y conviene detenerse en ellas. Una fundamental es no hablar nunca mal de nadie, bajo ningún concepto. Ello es un síntoma de madurez y equilibrio. Es formidable ver a un amigo nuestro al que nunca hemos oído decir nada contra nadie, al que se le pone en un aprieto o se le hace una pregunta capciosa en la que debe mojarse, y que tiene el arte, la habilidad y la coherencia de no decir nada negativo. Si no puedo hablar bien del otro, me callo.

El respeto al otro es clave. En las relaciones superficiales hay mas laxitud y se puede escapar algo nocivo, descalificante.Siempre hay correveidiles y personas frívolas, y resulta importante no prestarles atención. ¡Cuántos disgusto y malentendidos se evitan siguiendo esta línea!

Amar es alegrarse con el amigo y sufrir con sus pesares. Alegría y tristeza recíprocas. Aristóteles dice en su Etica a Ecudemo que amar es alegrarse. Y Benito Espinoza en su Etica nos recuerda que «el amor es una alegría que se acompaña de una causa exterior».Amar a Mozart, por ejemplo, es alegrarse uno de sus conciertos y celebrar que un hombre así existiera. Amar con un paisaje de Castilla es recrearse la vista con aquella visión. Amar de veras a un amigo es alegrarse de que lo hayamos encontrado y querer estar a menudo con él. Amar el placer con alegría.

La amistad sirve para el cultivo de los sentimientos. La afectividad es el espacio donde uno vive y se muere. La vida humana es abierta y argumental: no está todo dicho ni todo es definitivo; necesita puntos sólidos en donde apoyarse. Vuelvo a un principio en el que he insistido mucho en alguno de mis libros: para estar bien con alguien hace falta estar bien con uno mismo. Es decir, haberse uno resuelto como persona y tener un estilo propio, un sello específico, con una buena compensación entre los distintos ingredientes que habitan la personalidad.

Toda amistad, como todo amor, está sujeta a los vientos exteriores, a las vicisitudes y altibajos de la vida. La vida casi nunca es rectilínea, se caracteriza por ser desigual, serpenteante, inesperada Igual que el amor conyugal sufre padecimientos y debilidades, la amistad sigue los mismos derroteros, y puede sufrir falta de delicadeza, envidia, debilidades, comentarios desafortunados, olvidos o, simplemente, algo mucho más habitual, que esas dos personas empiecen a verse menos por el motivo que sea y ello provoque distanciamiento, de forma que, poco a poco, los intereses de cada uno no sean participados por el otro.

Cultivar un amigo quiere decir verle, llamarle, conversar con frecuencia, salir y entrar con él, a pesar de que quienes vivimos en ciudades grandes sabemos que resulta difícil ver a los amigos con la frecuencia que uno quisiera.

LA TOLERANCIA es también importante para que la amistad no se rompa. Esto significa transigencia, respeto a opiniones distintas de la propia, flexibilidad y capacidad para aceptar otras opiniones de la vida y los hechos que nos suceden. Pero ser tolerantes no significa aceptarlo todo, las matemáticas no necesitan tolerancia.Y en este tipo de diferencias surgen a veces enfados, roces, discusiones... Otras veces puede asomar el rencor, el dolor que no se olvida. Algo positivo es hablar las cosas a su debido tiempo para dejarlas claras y evitar que los temas se pudran o se eternicen en un silencio sin sentido.

La urbanidad entre los amigos es una pieza importante para una comunicación estable. Pero no debemos quedarnos en la fachada, en las formas, en las apariencias. El cinismo es el culto que hace el vicio a la virtud. La urbanidad es anterior a la moral.

La amistad a lo largo de la vida nos enseña cada una de sus facetas principales. Entre los niños es todavía demasiado epidérmica y sirve de exploración de uno mismo en el espejo que es el otro.

Una de las relaciones más interesantes que existen es la que se da en la amistad médico-paciente; y esto en la psiquiatría cobra un valor especial. La psiquiatría es una rama de la amistad, la rama más humana de la medicina, ya que atiende no sólo a la enfermedad sino, muy especialmente, a la persona enferma, ya que se interesa por el que padece, sufre y se encuentra desvalido.Tengo la experiencia de esta forma de amistad muy metida dentro de mí, y aprendida de mi padre y de alguno de mis maestros de Psiquiatría.

En la medicina hipertecnificada, la clásica relación médico-enfermo se ha ampliado, y unas veces es una relación equipo médico-paciente y otras equipo médico-aparatos de exploración. La psicoterapia es una forma de amistad particular que aspira a darle mas equilibrio psicológico al que está enfrente. Para que esto se produzca hace falta empatía, es decir, que se cree una buena sintonía entre los dos, en la que haya acogimiento, atención respeto y confianza.La relación médico-enfermo traza una línea de ida y vuelta que es la trasferencia y la contratrasferencia .

La amistad verdadera perfecciona a dos personas: una da lo mejor de sí misma a la otra. La amistad exige estar dispuesto a trabajarla dando pasos sucesivos para consolidarla. La madurez es serenidad y benevolencia. Ser benevolente es pensar bien y disculpar".

viernes, 3 de abril de 2009

Relectura de Tannhäuser o a Tannhaüser le gustaban jamonas

4 horas. De 19:00 a 23:00 sentado en el Teatro Real. Nada menos. Sin moverme. Y el "espacio interbutacal" que a cada hora sientes cómo paulatinamente se va estrechando. 240 minutos con dos entreactos en que pude disfrutar de uno de los pocos privilegios que nos quedan a los hombres: el de ver las colas de señoras a las puertas de los lavabos, y sus caras de envidia malsana viendo cómo nosotros entramos y salimos, como campeones, en 15 segundos (extracción -2"-; micción estricto senso -9"-; agitación -2"- y guardado de cosa -2"-). 3 actos. No 2 ni 1, no: 3 actos. Y la gente normal se pregunta: ¿qué leche contará el jodío Wagner en sus óperas, que precisa de 4 horas? He ahí la cuestión, que diría nuestro Príncipe danés. Bueno, pues de las 4 horas, y de lo que dan para pensar, he deducido que existen dos lecturas de Tannhäuser. La clásica, de la que tiro para explicar cómo la necesidad de redención es una constante en el pensamiento humano, desde el viejo Saulo hasta Darth Vader pasando por el Don Juan y, helás, una segunda lectura, que es la del tío golfo que se lo pasa teta ("pecho", para las mentes sensibles) en un sitio llamado el "Venusberg", plagado de tías buenas de costumbres mas que condenables, que a la que te ven se te echan encima y te dejan más chupado que el palo una piruleta. Y acontece que tan bien se lo debe haber pasado el jodío que, hecho éste sin parangón -unheard of, que diría Obama- se harta de tanto darle a la manivela y le da por buscar la trascendencia volviendo al mundo real y dejando todo eso, y a la directora del cotarro, una tal Venus, con un cabreo de dos pares de gónadas. ¿y me voy a creer que un tío como el Tannhäuser va a dejar lo que va a dejar por buscar trascendencia? Una leche. Lo que pasa es que parece ser (a mí nunca me ha pasado) que si te lo pasas en grande rodeado de féminas -o féminos, aquí se respetan las diversas orientaciones eróticofestivas- suficiente tiempo, acabas necesitando un tiempecillo para recuperar fuelle, y además debió percibir que la Venus esa se estaba hartando también de estar con el mismo macho, con lo que optó por la solución inteligente: hacerse el profundo, largarse un tiempecillo para recuperarse y dejar a la Venus con ese gusanillo de "me ha dejado él antes de que le dejara yo, el jodío", que le permita volver cuando quiera: tío inteligente, el alemán éste; debió haber trabajado antes en un chiringuito de la costa malagueña. Así que el Tannhäuser (que se podía llamar Pepe, la de tiempo que estoy gastando con el nombrecito) baja a la Tierra dejando a la Venus escocía de despecho y lujuria, y se reencuentra con sus viejos colegas, todos bien situados, que básicamente le vienen a decir -todo cantando, eso sí-, que es un campeón y que su churri sigue pillada por él, que qué las da. Y más hinchado que un urogallo en celo, vuelve al castillo, comprueba que lo dicho es verdad, se hincha aún más orgulloso y... ahí la caga. Y la caga porque se organiza un concurso de canto -estos alemanes y sus bellas artes: nosotros hubiéramos montado uno de camisetas mojadas y no habría pasado nada- y el tío, que empieza a interrumpir a los concursantes vacilando de lo bien que canta él y claro, al final suelta lo que no tenía que soltar, lo del Venusberg y las tías buenas, y se monta el Belén. Hasta el punto de que le obligan a ir a Roma a buscar redención del Papa, el cual no sólo no le perdona, sino que le menta a la madre y le viene a decir que antes se hace Stripper que perdonarle. Obviamente ésto, que era lo que pensaba, no lo dice así, no: el Papa ya en esa época tenía que guardar las formas, con tanto fiel y tanto hereje, y le dice que "antes le saldrán hojas a mi báculo que redimirte tú". Una cosa así, después de haberte recorido 2000 Kms. a pata, de rodillas y con un grupo de tíos con capucha la mar de aburridos por fuerza tiene que joder, y es aprovechado por nuestro viejo T. para darse cuenta de que estaba mejor fornicando todo el día, y que se vuelve para el Venusberg, que ahí el que jode es él. Peeeeroooooo... cuando ya la cosa estaba hecha y el viejo T. iba a aliviarse de las aflicciones sufridas entre los brazos de sendos clones de Carla Bruni, Monica Bellucci y Elsa Pataki, le comentan que su amada la ha espichado y mientras tanto, él de peregrinacioncitas a Roma. Y en vez de mentarle la madre al Papa, y afanarse más por volver a los brazos de las precitadas ninfas se arrepiente, se muere de dolor y de redención y nos enteramos de que al báculo del Papa le han salido hojas, signo inequívoco de su equívoco con el rufián alemán. Vamos, que el tío se lo pasa teta, recupera a la churri abandonada y ésta, en vez de mandarle a tomar por donde aventan los pepinos, logra que le rediman. Puto amo, este Tannhäuser y puto amo, este Wagner que a fecha de hoy todavía no sabemos si pretendía exaltar el sueño alemán, pasar a la historia con una maestría inigualable o, simplemente, pasárselo bien y asegurarse de que sus creaciones en este sentido pasaran a la historia.
Muy, muy buena, y de ejecución intachable, la obra.
L.
P.S.- lo del título era para llamar la atención aunque, como todas las sopranos, Elisabeth estaba hermosota

jueves, 2 de abril de 2009

León Felipe: Auschwitz

A raíz de mi diario ciberepistolar con cierta persona genial, desenterré un poemazo de esos cuyas palabras te abofetean y se te quedan grabadas en el rostro hasta el punto de cambiarte el gesto. Como decía a G., a León Felipe hay que leerlo en el contexto de agitación, pugna por la democracia y legítima rebeldía de los años en que más produjo, y su influencia debería haber trascendido más allá de aquellos últimos setenta en que todavía en las Ramblas se vendía bajo cuerda, situación magistralmente plasmada por Carlos Gimenez en "Rambla arriba, Rambla abajo". De hecho, tanto a Giménez como a León Felipe les ha pasado lo mismo: les han etiquetado y estancado en las aguas de la transición, y nadie sabe si ellos quisieron o no quedarse ahí, nadando en aguas difíciles, sí, pero en una lucha conocida y que llena. En todo caso, ahí va: es duro pero no forzado, lo que lo convierte en magistral.

Esos poetas infernales,
Dante, Blake, Rimbaud...
Que hablen más bajo...
¡Que se callen!
Hoy
cualquier habitante de la tierra
sabe mucho más del infierno
que esos tres poetas juntos.
Ya sé que Dante toca muy bien el violín...
¡Oh, el gran virtuoso!...
Pero que no pretenda ahora
con sus tercetos maravillosos
y sus endecasílabos perfectos
asustar a ese niño judío
que está ahí, desgajado de sus padres...
Y solo.
¡Solo!
Aguardando su turno
en los hornos crematorios de Auschwitz.
Dante... tú bajaste a los infiernos
con Virgilio de la mano
(Virgilio, "gran cicerone")
y aquello vuestro de la Divina Comedia
fue un aventura divertida
de música y turismo.
Esto es otra cosa... otra cosa...
¿Cómo te explicaré?
¡Si no tienes imaginación!
Tú... no tienes imaginación,
acuérdate que en tu "Infierno"
no hay un niño siquiera...
Y ese que ves ahí...
Está solo
¡Solo! Sin cicerone...
Esperando que se abran las puertas del infierno
que tú ¡pobre florentino!
No pudiste siquiera imaginar.
Esto es otra cosa... ¿cómo te diré?
¡Mira! Este lugar donde no se puede tocar el violín.
Aquí se rompen las cuerdas de todos
los violines del mundo.
¿Me habéis entendido, poetas infernales?
Virgilio, Dante, Blake, Rimbaud...
¡Hablad más bajo!
¡Tocad más bajo!...¡Chist!...
¡¡Callaos!!
Yo también soy un gran violinista...
Y he tocado en el infierno muchas veces...
Pero ahora aquí...
Rompo mi violín... y me callo.