miércoles, 17 de diciembre de 2014

Constructions





I
build
whatever shape
my everdoubting soul
will be forcing me to dream
in the twilight nights
when your memory
lets me rest
(finally)
from
U




Leaks and sounds





Drop




drop





drop






drop





drop


...



SOIL

lunes, 8 de diciembre de 2014

En 9 dias Fausto, también de Murnau



"Remember me", con Michael Palin

Muy buena, esta miniserie de 3 episodios. Suave suspense que sin necesidad de exceso alguno lleva de principio a fin la duracion justa de la trama y deja con agridulce sabor de boca. ¿Qué mas se puede pedir?

El encanto de los gabinetes de curiosidades (los Wunderkammer)





(parcial de la casa de André Breton)

(Sandman núm. 1, portada, de Dave McKean)

Cabinet de curiosités, Wunderkammer, gabinete de maravillas... En parte por el afan de poseer, en parte por la necesidad humana de aprehender aquello que no llegamos a comprender, el ser humano ha tendido siempre a reunir aquello que le despertaba curiosidad: sea el fosil de un erizo, el caparazón de una toruga, el cuerno del unicornio o la plasmación física de la creencia. Y si ademas ello evidenciaba sapiencia, vivencia o aventuras, el marchamo de la permanencia quedaba a fuego en la memoria del detentador.

Con ambos propósitos en la mente se ha venido creando, desde el amanecer mismo de la historia, una suerte de género decorativo, rayano en lo lúgubre y con todo el atractivo que las zonas grises tienen para el hombre: el de los gabinetes de curiosidades. Comenzando en los mismos principios de la historia, el gusto por estas colecciones aglutinadoras de signos de trascendencia -antaño solo privilegio de reyes y prelados-, fue contagiándose en el siglo XIX a una burguesía ansiosa de disfrutar al fin de todo lo que ahora podía alcanzar, y con la llegada del historicismo, el romanticismo y el encanto por los viajes lejanos, los antiguos gabinetes (antaño centrados en obras de arte, especies animales y objetos religiosos) dieron un giro hacia todo lo proveniente de de los parajes más lejanos: desde armaduras de samurai hasta sishas con efluvios a Loti, pasando por bolas de Cantón en marfil, cabezas reducidas por los jíbaros, kukhris nepalíes o máscaras africanas. Y así, los gabinetes de curiosidades fueron evolucionando hasta convertirse en pequeñas islas donde el deseo de trascendencia, de rasgar el manto de lo físico, se escondía tras cada retazo físico de uno y mil mundos: en antigüedad, distancia y dioses.

Islas que la sociedad de la informacion, las comunicaciones y los medios de transporte han venido arraigando en el subconsciente de cada uno de nosotros, hasta el punto de que en toda creación moderna, en toda concepción artística, subyace en el fondo, total o parcialmente, un gabinete de curiosidades: desde el hogar de André Breton hasta los sueños de Dave McKean, pasando por las tiendas de Candem town, las puestas en escena del nuevo teatro o las películas de suspense psicólogico.

Todo puede encontrarse en el gabinete de curiosidades de nuestro subconsciente: tan aglutinado como confuso respecto al qué vendrá cuando caiga el telón. Y si cada uno de nosotros tiene un palacio de la memoria donde recordar y un jardín secreto donde ocultarse, ninguna de dichos lugares íntimos supera en importancia al lugar donde acumulamos todo aquello que no comprendemos, y todo aquello que no queremos ni comprender, ni afrontar.


"Ruegan una sonrisa por su alma"

Ante la grandeza, los comentarios huelgan

domingo, 7 de diciembre de 2014

Tabu (o Tabou), de Murnau (cine concierto en la Cinemateca deLuxemburgo)

Dos líneas, que tengo prisa por cerrar un asunto (curiosamente jurídico, y el puñetero se me resiste). Ayer me acerqué a ver esta bella película, nada típica de la línea de Murnau, y fue una agradable experiencia. A nivel musical, el duo que tocaba en vivo (Zone libre, formado por Serge Teyssot-Gay y Cyril Bilbeaud)era bueno, y a nivel visual, Tabu es el capricho de un cineasta al que en el climax de su carrera (y al final de su vida: murió el año siguiente) le apetecía hacer algo que fuera a) exótico, y b) estéticamente bello.

Puntos positivos: se nota a la legua que está hecha con el minucioso cariño de quien ha adquirido influencia, nombre y dinero como para no tener prisa. Puntos curiosos: se notan, tambien a la legua, las predilecciones del director en más de un campo.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Grandes frikis de la Historia (2): Felipe II, el coleccionista de huesos




En su reino no se ponía el sol. Y en su Escorial no cabían las reliquias. El monarca más poderoso territorialmente de la Historia, el que introdujo en España la fabricación artesanal de la cerveza y prohibió que se utilizaran para su fabricación otros productos que no fueran trigo, cebada y lúpulo, el gotoso que gustaba de la caza, la olla podrida bien cargada y las mollejas, no paraba de atesorar las reliquias más diversas de las partes más dispares de los santos más variados; hasta el punto de que las crónicas dicen que todas las semanas dedicaba un tiempo de sus audiencias para recibir a los mercaderes de las reliquias más disparatadas. Se dice que en su posesión se hallaban trozos de la Vera Cruz como para construir un barco, varios craneos de un mismo santo y huesos como para suministrar a varias facultades de medicina. Y si a eso le unimos su vena acaparadora de cuadros del Bosco (que adornaban sus estancias como las de Goya las pinturas negras), su vena alquímica (construyó una Torre de Botica donde se experimentaba con todo) y las manías con los perros negros, creo que su espacio en el Panteón friki está más que ganado.

Grandes frikis de la Historia (1): Godoy, el golfete





Con esta entrada, inauguro la sección de frikis famosos, para demostrar que frikis los ha habido siempre: y ninguno de ellos tonto, fracasado o apartado por sus semejantes (hala).

Y la inauguro con el Príncipe de la Paz, el one and only Don Manuel Francisco Domingo de Godoy (di Bassano) y Álvarez de Faria, de los Ríos y Sánchez-Zarzos. Uséase Godoy, el valido de Carlos IV, el presunto amante de la "reina lasciva", Doña Maria Luisa de Parma, que llegó a lo más alto bajo quien no supo gestionar la revolución francesa, para al final acabar como acabó.

Dejando aparte el cómo llegó a valido, si por cualidades o por encantos, lo cierto es que este señor que tanto poder logró acumular desde tan joven, además de espabilado y con vista tenía un montón de gustos diversos, todos ellos caros. Comiloncete, presumido y coleccionista (cualidades frikis evidentes en el retrato que le hace Goya), disfrutaba su soledad (y su no soledad) en su gabinete reservado de curiosidades, el cual estaba coronado en sus paredes por la maja desnuda de Goya, la Venus del espejo de Velázquez y otras dos más, éstas atribuidas a Tiziano.

Imagínense el sitio, lleno de objetos provenientes de lugares remotos, joyas, armas labradas y juegos diversos; exquisito -y exclusivo- mobiliario de las maderas más nobles, chez longues de usos versátiles y, en las paredes, dos de los cuadros más bellos de la Historia del Arte: como quien no quiere la cosa.

Huelga decir que con -y en- un sitio así, cualquiera no liga.

Gracias, señor Godoy, por tantas cosas tan simpáticas, y por el relato de una vida que habrá podido ser todo, menos aburrida.

Es lo que tienen los validos: cabrones, sí, pero cabrones listos.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

L'inhumaine, de Marcel L'Herbier (1924)




Ideada desde el principio para mayor gloria de su protagonista femenina, la diva Georgette Leblanc, con escenario de Pierre Mac Orlan (lo que es el mundo: el autor de "el canto de la tripulación", obra cuyo título los García-Alix usarían para su gran revista) y sobre idea original de Marcel L'Herbier, es de notar que los decorados de, entre otros, Fernand Léger dieron la inmortalidad a una perla del cine mudo que no está suficientemente valorada en detrimento de las típicas Metrópolis, She, Caligary o similares. L'inhumaine es la amalgama perfecta de historia, puestas en escena, vestuarios y efectos diversos, hasta el punto de que su visionado, con la música adecuada, se convierte en una experiencia que no precisa de intelecto: sólo de ojos y oídos.

Una joya.