jueves, 26 de febrero de 2009

dos líneas...

... Porque entre el trabajo, la cefalea por stress de las narices, el cursillo de tasación de obras de arte (mola lo del uso del cuentahilos para distinguir las verdaderas impresiones en huecograbado del puñetero offset: temblad, falsificadores de grabados)y los últimos estertores de la reforma, estoy con el tiempo encima: me falta por colgar las fotos de la manufactura de morcillas en Mozoncillo, con Jorge´, Lolo, y familiares, el finde con Supersusana y alguna reflexioncilla sobre la frases "es que el pobre es así", "es lo que hay" y las llamadas a primera hora de la mañana para decir "pensé que te había superado, pero no es así: me acabo de dar cuenta al intentar cepillarme a otro". Este mundo es la leche, señores. Si no me da un pasmo antes de los cincuenta, la perspectiva de lo que me queda por vivir y por ver es más que interesante.
Un abrazo.
DMG.
P.S.- Vean "apariciones" con Martin Shaw, miniserie de 6 episodios sobre exorcismos. Peculiar cuando menos, y relativamente fresca.

martes, 17 de febrero de 2009

Refugios

Los verdaderos maestros de la tortura siempre la practican con un médico al lado -si es que a esos insectos se les puede llamar médicos-, para asegurar que la víctima no se morirá de shock traumático, pero también para evitar que el torturado llegue a ese punto en que desaparece mentalmente y se escapa, al menos en espíritu, al lugar refugio donde ya no siente. Todos tenemos un refugio: la armonía de una canción, los recuerdos de tiempos mejores, la infancia, los juguetes, esos sueños en que al final besamos a la mujer de nuestras vidas y la película no ha hecho más que empezar y todo irá bien... Siempre un refugio. Hoy soñé que estaba con alguien a quien puede que dejara ir, que puede que pudiera haber sido la mujer de mi vida, no lo se. Lo que sí se es que esta noche he sido feliz, y que esta mañana me he despertado con un vacío que dolía físicamente. Ella se casó, tiene una niña preciosa que lleva su nombre, y a veces me pregunto si no vale la pena focalizar, siquiera una vez en la vida, para obtener la verdadera felicidad, el sentimiento que no te deja cuando te despiertas, y que se enciende con las cosas más sencillas, como dejar pasar el tiempo en el Rastro sintiendo a alguien especial a tu lado. Mala cosa, la nostalgia de lo que pudo ser y no es.