miércoles, 14 de diciembre de 2011

El hombre que no pudo evitar ser grande

Erase una vez un hombre cuya grandeza no le cabía dentro, y por eso no tenía más remedio que compartirla. Y Nadie sabía cómo, pero siempre acababa rodeado de gente, despistándose de los de arriba (normalmente, sentado en las mesas que hay justo al lado de los pilares de los restaurantes italianos, esas que impiden -justito justito-, todo contacto visual con la mesa presidencial) y riéndose de su propia sombra, de su perfil y hasta del tamaño de los vegueros que se fumaba: le llamaremos M., por facilitar las cosas.
M. no era polifacético. M. era rico, y punto: porque saboreaba la vida y la vida, a cambio, había accedido a transmitirle el carácter inquieto, la perspicacia natural y el sentido de la oportunidad que solo se encuentra en las cepas viejas, en la carne de toro de lidia y en el buen ron añejo que sabía identificar como nadie.
M. no podía pasar sin degustar cada punto y coma de la vida, y solo hay una palabra que nunca le oí decir: "no". Unicamente tras probar, estudiar, degustar, investigar o empaparse diría que algo no le gustaba ("si me pierdo, no me busques ahí") y razonaría el por qué. Por eso no creo que fuera realmente ni de derechas ni de izquierdas, sino de quien pensaba, en cada momento, que lo haría mejor, pesara a quien pesara.

M. era, sobre todo, un hombre de perfectos tandems, de extraordinarias simetrías: tandem con Angeles, con Javier, con Pepelu, Roge, Justo, su eterna peña del 5...; tandem con sus amigos, sus aficiones, con ese maravilloso mundo en que no había blancos ni negros, y en que hasta los grises, a fuerza de aburrirse, se habían tornado en albero, rojo capote, marrón taurino, caoba gramófono, cobre vino.... Y en cada uno de esos cientos de tandems supo aportar, precisamente, aquella variable que faltaba en cada ecuacion para hacerla perfecta, de modo que nunca sumó facetas preexistentes sino que, listo como el hambre, identifcaba, aprehendía y encarnaba lo que en cada caso faltaba, completando y rindiendo invulnerable cada par en que se integraba.

Quiero pensar que conmigo hizo tandem de amistad: que él aportaba la segura confianza que dan los años sin bajar de la cumbre, y yo.... Y yo, sinceramente, no se qué aportaba que a él pudiera faltarle, salvo un cariño y lealtad que, viendo hoy su despacho vacío, me duelen fisicamente, como a tantos otros.

M. fue padre, compañero, gestor, desfacedor de tuertos, desatascador (no con forma de Lola Flores), aficionado, gourmet y somelier. Coleccionista autofinanciado, profesional, político, agricultor, soñador, mozo de obra, recolector, Marco Polo, amigo... y, finalmente, estrella fugaz. Pero como dijeron Galeano y Eldon Tyrell, la luz de las estrellas fugaces se extingue antes de tiempo, pero precisamente porque brillaron con tal intensidad que nadie, en todo el mundo, podrá ignorar u olvidar que existieron.

Fui privilegiado al conocerte, al llamarme amigo tuyo y porque sé que parte de tu espíritu se ha quedado acomodado entre los surcos de pizarra que un viejo gramófono holla para revivir, tambien, una voz que, bella, nos recuerda que tenemos que recordar, que un beso es un beso, una sonrisa una sonrisa... As time goes by.

Buenas noches, montañés montaraz de imborrable recuerdo. No nos dejes de mirar con esa sonrisilla de niño avispado sabedor de astutos secretos, desde ese cielo en que seguro que a estas alturas ya te las habrás apañado para salir de farra con Manolete, Churchill y Dumas inicialmente a solas, pero se te habrán apalancado Vicente Ferrer, Gandhi y un tal Jesus (el de los chistes), que han oido que contigo la gente disfruta de lo lindo sin dejar de ser humana, sin dejar de ser quienes son.

(el futbolin espero llevartelo personalmente, porque ya te estamos echando de menos, y todavía no es viernes a mediodía)

Tu amigo siempre,

Ricitos Ustinov

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que el silencio no se interprete como falta de asentimiento. Es solo respeto.

Anónimo dijo...

Fantastico, Peter.
Muy atinado. Muy preciso. Muy exacto.
Muy cariñoso.
Con las tripas. Con la cabeza. Con el corazón.
Ya es de noche. Es más de noche que otras noches.
Y hace frío en Villapalacios.
Y no se ven estrellas fugaces.
Pero una luz lo ilumina todo.
Y hay muchas lágrimas.
Ríos. Torrentes. Llegan hasta Ruidera.
Y los puros, sin fumar.
Y los caballos sin apuestas.
Y el Ñeru, sin sonrisas.
Y el café, sin apenas amigos.

Cidya.

Fernando de Aranjuez dijo...

Precioso, preciso y emotivo.

Te mando mi modesto hmenaje a Miguel Angel en el que intento expresar el sentir de su Peña:



MIGUEL ANGEL Y LA ALEGRIA



En una soleada mañana de invierno, sin avisar, sin darnos tiempo a despedirnos, nos dejaste MIGUEL ANGEL. Tu ausencia, sorpresiva, innecesaria y terrible, nos ha llagado el alma. Nos hemos dado cuenta que la Alegría, las ganas de vivir y la ilusión por las cosas cotidianas estaba en tu alma y nosotros –sin saberlo- éramos bebedores insaciables de vida a través de tu fuerza y vitalidad. Era tu luz la que ilumina el camino a la alegría verdadera. REIR y REIR, reir hasta llorar tantas y tantas veces contigo.


Ahora entendemos la cantidad de amigos que tenías, en todas partes, pero los que te queremos no podemos por menos que seguir adelante con tu espíritu. Desde hoy tus amigos, en tu Peña, en tu calle, en tu bar, en tu pueblo, te homenajearemos de la mejor manera posible, como sé que donde estés te gustará; seremos los herederos de la ALEGRIA DE MIGUEL ANGEL, aquella que es espléndida sin necesidad de recompensa, ruidosa sin ofender, inteligente sin degradar, constante para vencer la tristeza, grande como eras tú y generosa como era tu vida.


En el último sms que me enviaste decías: “Dicen que la soledad no es estar solo sino que nadie se acuerde de ti”, tú serás siempre Miguel Ángel “la Alegría” y jamás estarás solo, pues siempre tu peña hará oír, fuerte y estentórea esa carcajada que en nuestras voces será por siempre la tuya.

Tu amigo. Fernando

demagophobe dijo...

Gracias de parte de todos, Fernando. Y en la próxima feria vuelve a tocar tu guitarra más fuerte que nunca, en honor a los que no es que no estén, sino que están justito, justito, encima vuestro, velando para que no se os vuele la carpa, no haya problemas con la electricidad y, sobre todo, para que la lumbre tire perfecto y no se os quemen esos guisos cuyo olor, seguro, estará disfrutando, insisto, justo encima de vuestra carpa, de su carpa.
L.