viernes, 23 de noviembre de 2012
martes, 20 de noviembre de 2012
Viendo "el árbol de la vida", de Terrence Malick. Bueno, lo cierto es que...
... entre que piensan muuuuuuuuy bajito -shhhhhh-, y que hacen todo ralentizados (cosa que, dependiendo de la actividad, no siempre es aconsejable), no soy capaz de pasar de los primeros veinte minutos. Lo que funciona para un tipo de películas, no funciona para otras.
Pena. Ahora bien, el cartel le va que ni pintado:
Pena. Ahora bien, el cartel le va que ni pintado:
Directo desde la casa de Alba
Cuentan las crónicas que el jefe de recursos humanos de cierta empresa, ya con mucha “mili” encima, despedía a los empleados en la puerta del despacho, en su primer día de trabajo, con la siguiente frase:
“Y recuerde, joven, que entre una palmada en la espalda y una patada en el culo… median apenas cincuenta centímetros”
JF
“Y recuerde, joven, que entre una palmada en la espalda y una patada en el culo… median apenas cincuenta centímetros”
JF
lunes, 19 de noviembre de 2012
Murió Miliki
(Vaya ristra de posts tristoides desde que me hecho mayor, ¿no? pero hay cosas que lo merecen)
Ayer murió Miliki, parte de nuestra infancia. Me gustaría decir que fue el más carismático de los payasos de la tele, pero cada uno tenía su propia personalidad, y cada uno hacía el payaso a su manera, creando su propio carisma en una España de la transición en que al menos, durante aquellos 40 minutos de había una vez un circo, no había dos Españas que nos rompían por dentro, sino 4, cada una con un nombre y cada una con un instrumento maravilloso, que alegraba siempre el corazón.
Descansa en paz, y llega a ese descanso en tu barquito de cáscara de nuez.
Ayer murió Miliki, parte de nuestra infancia. Me gustaría decir que fue el más carismático de los payasos de la tele, pero cada uno tenía su propia personalidad, y cada uno hacía el payaso a su manera, creando su propio carisma en una España de la transición en que al menos, durante aquellos 40 minutos de había una vez un circo, no había dos Españas que nos rompían por dentro, sino 4, cada una con un nombre y cada una con un instrumento maravilloso, que alegraba siempre el corazón.
Descansa en paz, y llega a ese descanso en tu barquito de cáscara de nuez.
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