domingo, 27 de marzo de 2016

Palabras primigenias: hoy



Existen palabras que no son sino la perpetuacion de los primeros gestos verbalizados de la humanidad. "Hoy" (entendido como hoy/ahora) es una de ellas, como lo demuestra la mera comparacion entre las lenguas mas proximas.
Hoy en el primer francés era "hui", de ahí que el aujourd'hui frances no sea realmente tal, sino una amalgama de "al día de hoy" (au jour  d'hui). Lo mismo ocurre en inglés, en que today es más "al día, a la fecha" (to the day) que estrictamente hoy.  En catalán es avui; en italiano, oggi; en alemán, heute... Es más un gesto -un gruñido que exige lo inmediato- que una palabra cabal y racionalmente acuñada. 

Hoy, hui, heute, avui, tod(ay). Ahora, jetz, ara. 

Tantas 

Cerdeña


Cerdeña, el granero del imperio romano.
Amor imposible de aquellos pilotos ingleses que la bombardeaban, con lágrimas en los ojos, en tiempos de Mussolini.
Amante del Aga Khan, quien en 1958 pagaría ismaelita moneda a Agnelli o Mentasti para hacerse con su costa Esmeralda. 

La Cerdeña de las nativas de Bosa bordando el filet; del gregoriano canto en el monasterio de San Pietro di Sorres. De la arqueología redescubierta por Taramelli, quién excavó la civilizacion prenurágica -tanto sus necropolis como los Nuraghe y sus cúpulas, adelantadas a las piedras de toque continentales-.

La Cerdeña junco, que se pliega para sobrevivir, a la vez irreductible en lugares como Barbagia; depositaria de costumbres, lengua y tradiciones ancestrales que reunen al Dionisio infernal, asesinado por los gigantes, con las víctimas de los sacrificios de propiciación -emborrachadas para no sufrir- y las máscaras atávicas de sus carnavales. La de los Crucificados de brazos articulados para poder recrear los Descendimientos en Semana Santa, que entre tanto descansan en templos bicromos -basalto y caliza, caliza y basalto- de estilo pisano como el de Saccarghia. 

La Cerdeña romana, genovesa, aragonesa, savoyana; mussoliniana en sus Fertilia o Carbonia; de manos comunes y manos muertas, desamortizada con las leyes Rattazzi de 1855 y cuyos Nuraghe servirían para marcar las nuevas lindes tras 1820. La Cerdeña del castello antes De Auria, luego Doria y finalmente Sardo; del viento que enloquece la razón y pare jannas (las astures xanas) y Mamuthones.

Deliciosa cuando se la cuece al dente, para añadir después aceite y una cucharita de Bottargha por comensal. La del pecorino, el ovinforth, la Salsiccia, el rizio, las espinosas alcachofas o los lumaconi... todo ello mojado con su cannonau y digerido merced al mejor mirto (prima el oscuro frente al blanco) o una copita de moscatel de Sorso.

Esa Cerdeña, tan ajena a los Porto Cervos y las fiestas de ex-presidentes y jovencitas.

Esa.

domingo, 20 de marzo de 2016

Ingres en el Prado


Siguiendo la sobrevenida tradición de los viernes culturales, me he acercado al Prado a ver la exposición de Ingres y... Bastaría decir que Eugenio D'Ors (ese facha al que habría que quitar del callejero de Madrid, según algunos) tenía razon. El Prado ha logrado traer su obra más representativa (Napoleon, odalisca y baño turco incluidos) y ha montado una exposición sencillamente magna, en que el visitante sale asombrado principalmente con dos cosas: el bello hiperrealismo de unos rostros que cantan, y la prudente sensualidad que solo sabe plasmar un maestro a su pesar. Una exposición que lleva de la mano al visitante y, más que en la obra, le sumerge en el íter vital del genio, hasta el punto de casi aprehender la racionalidad de su evolución artística, asistiendo al crecimiento de un Ingres de grande a gigante, capaz de pintar el terciopelo del traje del Napoleon por venir, el iris lacrimoso del amigo o la grandeza del sueño de Ossian (especialmente bello el boceto).
Acerquense al Prado para disfrutar de una belleza que no se puede ni ignorar, ni rechazar: la de un maestro

sábado, 12 de marzo de 2016

Sacre, de Sasha Waltz


Elemental

Atávico

Primigenio

En conexión directa con el yo primitivo que permanece latente en cada hipotálamo.
Ayer no vi ballet

Puede que tampoco danza y, en caso de serlo, nunca moderna.

Ayer asistí a un sapientísimo y exhaustivo viaje en el tiempo, desde la danza mas moderna hasta los trances de esas primeras sacerdotisas que buscaban el favor de los dioses, de los elementos o del fuego, de Gea o el universo mismo. Ayer bailó para nosotros Salomé, en una desnudez asexuada de músculos que chillaban rabiosos, forzados al extremo. Y no nos pidió la cabeza del Bautista, sino simplemente un aplauso que llegó a clamor, por parte de un público sorprendido al encontrar emociones tan primitivas que nunca antes habían despertado.

Ayer me cogieron de la mano y, como los fantasmas del cuento de Navidad de Dickens, presencié las coreografias mas actuales, el lago de los cisnes del Marinski, la lucha tribal, el rapto del vudú y el clamr de la tierra más desnuda.

Hacía mucho tiempo que nada me conmovía tanto.