... Es cierto que se han pasado más de dos semanas sin escribir, pero circunstancias absolutamente imprevistas me han obligado a centrarme: tanto en los míos como en lo que, sin ser mío, me dijeron que podría haberlo sido. A fecha de hoy, estabilizadas las primeras y olvidada la ciencia-ficción de lo segundo, supongo -sólo supongo- que vuelvo a ser un poco yo. Ahora bien, es en circunstancias como éstas en que se constata la inderogabilidad de ciertos asertos que ni el supremo órgano de control de constitucionalidad puede inutilizar:
a.- Las desgracias nunca vienen solas, las jodías.
b.- El trabajo no se va de vacaciones
c.- El tiempo pasa que se las pela
d.- Todo el mundo envejece
e.- Los kilos, como el resto de las cosas, se cogen fácil, pero se sueltan con dificultad
f.- La política suele ser solo política
g.- Los platos no se lavan solos
h.- El lavadero puede ser visto por ciertos microrganismos como un Eden donde comenzar una nueva civilización (el cuarto de baño, también)
i.- En la próxima reencarnación, cambio el papel de inasequible al desaliento por el de cabrón al que le perdonan todo porque "es que el pobre es así": manda huevos, que diría Don Federico
Todo lo cual no obsta, pongo de manifiesto, a que os desee un feliz 2012 con pinta de que lo vamos a pasar bien. Que sigamos todos por el barrio, y con salud. Más, no necesitamos
L.
miércoles, 11 de enero de 2012
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