Me acabo de enterar de que ha fallecido Paco Hernandez: el maestro, el genio. El amigo.
El que nunca se inclinó ante los galeristas, los críticos o el mercado, y no obstante tuvo sala especial en la Bienal de Venecia, se lo disputaba la Siglo XXI y nunca tuvo una mala crítica, ni otro mal crítico que el que ha acabado matándole.
El que echó de su estudio a nuevos ricos que "necesitaban" un Paco Hernandez porque el vecino de casoplón ya tenía uno y, por contra, regalaba oleos a quienes eran espontaneamente amables con él.
El cristiano convencido que ha muerto un jueves Santo.
Quien me abrió a Chaim Soutine, Picabia, la Gertrude Stein que conoció Picasso y ese Ezra Pound que parecía no haber venido a este mundo a sufrir.
El que se maravillaba con el grafitti, los trenes de alta velocidad y los hibiscos que brotan en los vertederos.
El hombre inquebrantable a quien ni la muerte ha podido quebrar, salvo pillandole por sorpresa, y pintando.
Otro amigo que se va, y otra muerte en el alma. Descansa, Maestro, y cuida de nosotros. Incluso desde el cielo de Turquía te veo.
viernes, 6 de abril de 2012
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