Intenté llegar a tiempo para despedirme de tí, pero como siempre no quisiste molestar, y te fuiste rápido, en silencio, sin dolor. Bendita morfina, que hizo que durmieras para, sin notarlo, despertar en un sitio mejor.
¿Sabes, papi adoptivo? te voy a hacer un trato: tú cuidas de nosotros y nosotros, de mami... No, sabes que no hay trato. Al final, como siempre, seguirás siendo el niño generoso que nunca dejaste de ser, y cuidarás de todos desde ahí arriba.
Y mañana o pasado, cuando deje de llorar, intentaré escribir como mereces, aun sabiendo que será imposible. Porque para escribir lo que mereces habría que ser el mejor escritor. Y yo solo soy uno de tantos que hemos tenido la suerte de conocerte, y la inevitable consecuencia de quererte.
Por ahora, todavía en el AVE, triste por no haberte podido dar un beso de adios y aliviado porque ya no te duele, porque ya no te despertaras más asustado por ese cuerpo que te fallaba, solo puedo decirte que gracias por mil cosas, todas unicas.
Te quiero.
sábado, 28 de septiembre de 2013
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1 comentario:
Hoy, por encima de la enorme tristeza de haberlo perdido está curiosamente la maravillosa sensación de alegría por haberlo conocido y tratado tan intensamente durante estos últimos años.
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