lunes, 2 de marzo de 2015

Edmond Fernandez Ripoll y Jan Europa: un maestro

(Original de la coleccion de Jaume Vaquer)


Edmond es uno de esos genios de la historia del comic cuyo mérito no ha sabido -todavía- ser reconocido; y mucho menos en esta piel de toro, en que solo lo de fuera puede ser excepcional. Edmond tiene un nombre: Jan Europa, ese personaje inmortal que cayó en las trincheras de la primera guerra mundial y que junto con su inseparable Ana y el escocés Mcintire luchan contra los continuos intentos de los Iniciados Negros (y el carismático Incógnito)por hacerse con el dominio de la humanidad.

La idea de Jan Europa ya estaba definida en los años 60, y la plasmación en BD del personaje, en plenos años setenta, lo que lleva a la necesaria conclusión de que se trata de una obra adelantada a un tiempo en que ni Highlander, ni Martin Mystere ni Indiana Jones existían, en una época de la historia de España en que dibujar rubias tremendas de estilo pulp/pinup, o hablar del Gondwana, la Atlántida o la Inmortalidad eran castigadas con la censura más severa. Pero Edmond triunfó, y Bruguera publicó su Jan Europa en los Mortadelos de la época.

Yo vibré hace un cuarto de siglo con Jan Europa. Ahora vibro con la satisfacción que da constatar que el autor es tan excepcional como la obra. Una persona cercana, de trato exquisito, con la sencillez de todo grande en su oficio y la humildad de quien tiene un don único. Hablar con Edmond de sus comienzos como publicista, su encuentro con Bernal -que le acercó a la historieta-, su trabajo de estudio de Jan Europa (que le llevó a consultar a médicos, psiquiatras o expertos en historia)o la evolucion de su estilo ha sido un privilegio único, en una época en que hemos olvidado la maravilla de escuchar, y de aprender de quienes tanto tienen por enseñar.

Muchas gracias, maestro. Ahora entiendo el cariño que el papi adoptivo te tenía.

L.



1 comentario:

Edmond Ripoll dijo...

Caray Luis, me has dejado boquiabierto con tus palabras.
Antonio Bernal era u muy buen amigo y si el te apreciaba tanto a ti seguro que tenia sus motivos. Un abrazo.
Emond