lunes, 31 de agosto de 2015

"Se siguió el protocolo"

Ayer presencié cómo los bomberos tardaban mas de 20 minutos en acudir a un incendio en la calle Preciados. Al igual que con la limpieza de basuras y calles, los precios de la electricidad o el destino de nuestros impuestos, no puedo (aunque me encantaría) emitir juicios de valor: menos mal que nadie puede ocultar la triste rotundidad del clamor de la realidad aunque, como siempre, no pasará nada.

Como en el glorioso final de "el señor de la guerra", haré de Yuri Orlov/Nicholas Cage, y les diré qué va a pasar: se abrirá una investigacion llamada diligencias preliminares, en cuyo seno el responsable de turno alegará que "se siguió el protocolo establecido". Y esgrimida dicha frase... ¡tachán!, todo se archivará, pelillos a la mar y todos contentos (salvo el dueño del piso y, probablente, los del resto del edificio, afectado en su estructura por tener las vigas de madera).

Un protocolo no es mas que un conjunto de reglas abstractas con la virtualidad de no contener ninguna medida específica. Trufado de expresiones vagas, no obliga a nada, pero sirve como bálsamo que elimina las responsabilidades. Como el "cruz y raya" de nuestros pilla-pillas: la "casa" de un escondite malévolo y gatopardesco en que al final todo cambia para no cambiar.

Estamos inundados de protocolos de seguridad en el trabajo, anti-acoso, de intervencion rápida... y la triste realidad es que no sirven para lo que deben servir, pues el débil, la víctima, el abusado y el oprimido siguen palmando mientras que los de arriba, ahora, tienen un nuevo instrumento de exencion de responsabilidades.

Se siguió el protocolo vigente en la materia.

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