... and thanks for our dreams, kind droid. Sleep peacefuly, and may yo wake up to a better world, in which everyone has made amends with their sons, like Anakin did at the very end.
martes, 16 de agosto de 2016
Filmoteca Aligustre III. Sesión de despedidas
La velada de ayer en la filmoteca de Aligustre me descubrió a la grandísima Ida, de Pawlikowski, y las flores de Garaño y Goenaga, ambas especialísimas sorpresas que demuestran que, en creación, todavía no todo está inventado.
En cuanto a Ida, magistral cine polaco en blanco y negro, para mí mejor que la cinta blanca, es una Road Movie en que un alma atormentada por lo inconcluso, y otra para la que el tormento es parte de la salvacion, cierran al fin las páginas de sus respectivos libros. Un Telma y Louise polaco que termina con la humanizacion de las dos protagonistas, entendida como la percepcion de todas las opciones posibles y, en último lugar, la elección de la que, para cada una de ellas, supone la paz definitiva.
En cuanto a Loreak (flores), encontré una película balsámica, cercana y redonda, bien construida, sin estridencias y en la que el día a día, en vez de hacerse turbio, se erige a la categoría de algo que vale la pena presenciar. Culminantes, la gestión del paso del tiempo a través del cuerpo de Beñak, y la selección de unos actores que parecen nacidos exclusivamente para desempeñar estos papeles.
viernes, 12 de agosto de 2016
Grandes enigmas de la humanidad: Jose Luis Torrecillas, el niño de los azucarillos
De entre las frases de Gandhi, Tagore, Churchill o Einstein, escritas a fuego y oro en el dorso de nuestros azucarillos patrios, resaltan las del mozuelo Jose Luis Torrecillas, junto a una semblanza de foto de carnet de las que nos hacían en octavo de EGB en los años ochenta. Y digo yo, ¿qué magna empresa habrá acometido este púber para aparecer en los azucarillos que no haya consumado yo? ¿Por qué el mundo es tan injusto? ¿Es este inofensivo mozuelo el pequeño Nicolás del azucarillo español?.
Tamañas dudas, en nada baladís, vienen secando de sueño mis noches, y estoy por llamar a Iker Jiménez para que, de una vez por todas, me saque de mi zozobra o, llegado el caso, acabe de una vez con esta miseria mía.
lunes, 1 de agosto de 2016
La leyenda del Santo bebedor, leaving las Vegas y el acertijo de Training day
"Cuando lo entiendas [por qué el caracol al que destrozaron el caparazón volvió al lugar de su desgracia nada más sanar], comprenderás las calles", auguró Roger al novato Jake Hoyt en el peliculón de Antoine Fuqua. De manera similar, lo que quedaba de Nicolas Cage pidió a Sera que nunca le pidiera que dejase de beber. En "la leyenda del Santo bebedor", un Rutger Hauer gigante no puede ni dejar de beber, ni dejar de intentar hacer bien las cosas. No es que quiera redimirse; es que lo único que le queda es su palabra, y no puede incumplirla.
Un director italiano rueda en París con un actor holandés -además de replicante- sobre guion de una novela de Joseph Roth, y le sale una metáfora neorrealista con toques de Guareschi y la inocente visión del primer Fellini.
Curiosa, dulce, parsimoniosa y con el justo toque de melancolía
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