jueves, 7 de octubre de 2021

los Gavilanes de Mario Gas

Algo habré hecho bien en otra vida para que esta me regale momentos únicos como el de ayer, en que pude asistir al ensayo final de la Zarzuela de Los Gavilanes, dirigida por Mario Gas sobre libreto de José Ramos Martín, con un Juan Jesús Rodríguez gigante en su papel de indiano que vuelve rico a su aldea para confundir la nostalgia del amor perdido con la infatuación por la copia actual. La escenografía, maravillosa, de un Ezio Frigerio que, aun roto físicamente a sus 92 años, demostró que el genio no tiene caducidad. Máxime cuando al vestuario te acompaña la leal Franca, compañera de vida y profesión durante más de 70 años. Una cosa son los efectos especiales y otra, muy distinta, los efectos teatrales: las gasas al viento haciendo de nubes; las superposiciones móviles haciendo de olas. Las  luces, la mecánica de los escenarios… esos efectos cándidos, maravillosos y facilmente identificables que nos devuelven la infantil capacidad de maravillarnos en un mundo harto ya de todo. Frigerio tiró de esa capacidad de maravilla, de sus paisanos Sironi y de Chirico y nos regaló el marco perfecto para una zarzuela amable, de esas que acaban bien, con todos felices comiendo perdices. Tan necesaria en una época como la que vivimos.
Gracias a todos los que la han hecho posible

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