Tras un fin de semana frenético, ya tengo los materiales ... ¿básicos?. Cuando logré encontrar el solado, resultó que era indispensable -acento intenso en la "i", para imitar dicción del mundo de la obra- una cosa llamada rodapie, que es distinta al zócalo y que no puede eludirse; menos en un piso tan "dediseño" como el mío, constructor dixit. Y es que no vale un metro de rodapies, sino que han de ser tantos metros lineales como metros tiene el pavimento, más o menos, y también valen un güevo. Si a eso le unimos los azulejos de la cocina, tenemos una nueva cantidad que se nos va, y que sólo volverá en forma de cuotas de préstamo. Y cuando parecía que ya tenía el suelo, el rodapies, los azulejos de la cocina y el alicatado de los baños, alguien me recordó las funciones propias de los cuartos de baño, y que los alicatados, por cucos que puedan ser, nunca podrán suplir la funcionalidad -propia y excluyente- de inodoros, lavamanos y ducha
Y el dinero, que no se reproducía.
Y que no se me habían olvidado 2.000 euros en ningún bolsillo de ningún pantalón.
Y que, alterara lo que alterara el orden de los factores, el producto sería deficitario.
Y que quién releche me mandaría meterme en esto.
Y, en fin... si los hombres prehistóricos hacían sus cositas en el campo... ¿no tenía yo la Plaza de España, el Retiro y los Jardines del Palacio Real a tiro de piedra?
¿...Y no es hora ya de preconizar la vuelta a la naturaleza?
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