martes, 14 de octubre de 2008

dueños de nuestroa actos y esclavos de sus consecuencias

Somos libres para optar por hacer -o dejar de hacer- lo que nos apetece, pero esos actos u omisiones nos encadenan, esclavizándonos, a sus consecuencias. El orgullo mal entendido, la dignidad estúpida (cosa distinta de la estúpida dignidad), el despecho, los sempiternos e infructuosos intentos de dejar las cosas "bien claritas" desde el principio y similares motivos son, si no legítimos, sí posibilidades, opciones a escoger. Pero nos esclavizan y nos obligan a ser consecuentes. No coherentes, concepto quizás más global: consecuentes. De modo que aliento a todos a que no intenten cambiar a los demás, ni siquiera corregirles. Sentémonos, hablemos, comuniquemos aquello que nos duele a la otra persona, y esperemos. Y si la cosa no va, cojamos el petate y, sin ira pero también sin marchar atrás, larguémonos. Consejo de amigo y, hasta cierto punto, de amante. Bona tarda, que dirían la Timonaca y el Quim.

1 comentario:

Quim dijo...

Sabias palabras; de sabios es rectificar y, sobretodo, el tolerar la diferencia.

Al hilo de estas cuestiones, sé que en tu reciente visita a Jerusalén quedaste negativamente impresionado por la paradójica falta de sabiduría de ciertos guardianes de la fe, viviendo algunos episodios de abierta intolerancia. Hoy he leído este tristísimo artículo que hace referencia directa al tema:

Warring monks threaten destruction of the Church of the Holy Sepulchre
http://www.timesonline.co.uk/tol/news/world/middle_east/article4944164.ece

Cambiando radicalmente de tercio, mira que simpático es este blog sobre la plaza Masadas:

http://plazamasadas.blogspot.com/

A ver si Fernando y tú os acercáis antes de que acabe el año. De este modo os podré entregar personalmente vuestros respectivos regalos de cumpleaños. Estoy seguro de que el tuyo te va a encantar, casi tanto como los que traje para la inauguración … ;-P