Seré corto pero no tajante (apodíptico, que dicen por aquí): la vida es larga y complicada, y hay amigos que se van cayendo de nosotros -o nosotros de ellos- según avanzamos o retrocedemos; cambiamos o nos estancamos; nos promocionan o nos despiden; afrontamos la realidad o nos creamos ficciones... No temo estos avatares, consecuencia ineludible de la vida moderna, aunque siempre duelen. Siempre que, claro está, no afecten a mi círculo íntimo. Lo que sí temo es enterarme, cuando ya es tarde, de que he perdido a alguien importante y no me había dado cuenta, sencillamente porque nada me habían dicho para evitarlo. Hace mucho, mucho tiempo incluso para mí, decidí que lo peor de esta vida es tener que arrepentirte de lo que pudiste hacer y no hiciste. Pero si te castran la oportunidad de deshacer el mal ocultándote los errores en que has caído, ¿qué queda por hacer? ¿qué se puede hacer más que excusarse, ya a toro pasado, con la conciencia de lo tardío del remedio? Espero que no me pase y, por favor, decid a la gente lo que hacemos mal para que al menos, si tenéis que imputarnos algo, lo sea a sabiendas de que, dicho a tiempo, no quisimos arreglarlo. No es una petición, es un ruego
Un abrazo
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