4 horas. De 19:00 a 23:00 sentado en el Teatro Real. Nada menos. Sin moverme. Y el "espacio interbutacal" que a cada hora sientes cómo paulatinamente se va estrechando. 240 minutos con dos entreactos en que pude disfrutar de uno de los pocos privilegios que nos quedan a los hombres: el de ver las colas de señoras a las puertas de los lavabos, y sus caras de envidia malsana viendo cómo nosotros entramos y salimos, como campeones, en 15 segundos (extracción -2"-; micción estricto senso -9"-; agitación -2"- y guardado de cosa -2"-). 3 actos. No 2 ni 1, no: 3 actos. Y la gente normal se pregunta: ¿qué leche contará el jodío Wagner en sus óperas, que precisa de 4 horas? He ahí la cuestión, que diría nuestro Príncipe danés. Bueno, pues de las 4 horas, y de lo que dan para pensar, he deducido que existen dos lecturas de Tannhäuser. La clásica, de la que tiro para explicar cómo la necesidad de redención es una constante en el pensamiento humano, desde el viejo Saulo hasta Darth Vader pasando por el Don Juan y, helás, una segunda lectura, que es la del tío golfo que se lo pasa teta ("pecho", para las mentes sensibles) en un sitio llamado el "Venusberg", plagado de tías buenas de costumbres mas que condenables, que a la que te ven se te echan encima y te dejan más chupado que el palo una piruleta. Y acontece que tan bien se lo debe haber pasado el jodío que, hecho éste sin parangón -unheard of, que diría Obama- se harta de tanto darle a la manivela y le da por buscar la trascendencia volviendo al mundo real y dejando todo eso, y a la directora del cotarro, una tal Venus, con un cabreo de dos pares de gónadas. ¿y me voy a creer que un tío como el Tannhäuser va a dejar lo que va a dejar por buscar trascendencia? Una leche. Lo que pasa es que parece ser (a mí nunca me ha pasado) que si te lo pasas en grande rodeado de féminas -o féminos, aquí se respetan las diversas orientaciones eróticofestivas- suficiente tiempo, acabas necesitando un tiempecillo para recuperar fuelle, y además debió percibir que la Venus esa se estaba hartando también de estar con el mismo macho, con lo que optó por la solución inteligente: hacerse el profundo, largarse un tiempecillo para recuperarse y dejar a la Venus con ese gusanillo de "me ha dejado él antes de que le dejara yo, el jodío", que le permita volver cuando quiera: tío inteligente, el alemán éste; debió haber trabajado antes en un chiringuito de la costa malagueña. Así que el Tannhäuser (que se podía llamar Pepe, la de tiempo que estoy gastando con el nombrecito) baja a la Tierra dejando a la Venus escocía de despecho y lujuria, y se reencuentra con sus viejos colegas, todos bien situados, que básicamente le vienen a decir -todo cantando, eso sí-, que es un campeón y que su churri sigue pillada por él, que qué las da. Y más hinchado que un urogallo en celo, vuelve al castillo, comprueba que lo dicho es verdad, se hincha aún más orgulloso y... ahí la caga. Y la caga porque se organiza un concurso de canto -estos alemanes y sus bellas artes: nosotros hubiéramos montado uno de camisetas mojadas y no habría pasado nada- y el tío, que empieza a interrumpir a los concursantes vacilando de lo bien que canta él y claro, al final suelta lo que no tenía que soltar, lo del Venusberg y las tías buenas, y se monta el Belén. Hasta el punto de que le obligan a ir a Roma a buscar redención del Papa, el cual no sólo no le perdona, sino que le menta a la madre y le viene a decir que antes se hace Stripper que perdonarle. Obviamente ésto, que era lo que pensaba, no lo dice así, no: el Papa ya en esa época tenía que guardar las formas, con tanto fiel y tanto hereje, y le dice que "antes le saldrán hojas a mi báculo que redimirte tú". Una cosa así, después de haberte recorido 2000 Kms. a pata, de rodillas y con un grupo de tíos con capucha la mar de aburridos por fuerza tiene que joder, y es aprovechado por nuestro viejo T. para darse cuenta de que estaba mejor fornicando todo el día, y que se vuelve para el Venusberg, que ahí el que jode es él. Peeeeroooooo... cuando ya la cosa estaba hecha y el viejo T. iba a aliviarse de las aflicciones sufridas entre los brazos de sendos clones de Carla Bruni, Monica Bellucci y Elsa Pataki, le comentan que su amada la ha espichado y mientras tanto, él de peregrinacioncitas a Roma. Y en vez de mentarle la madre al Papa, y afanarse más por volver a los brazos de las precitadas ninfas se arrepiente, se muere de dolor y de redención y nos enteramos de que al báculo del Papa le han salido hojas, signo inequívoco de su equívoco con el rufián alemán. Vamos, que el tío se lo pasa teta, recupera a la churri abandonada y ésta, en vez de mandarle a tomar por donde aventan los pepinos, logra que le rediman. Puto amo, este Tannhäuser y puto amo, este Wagner que a fecha de hoy todavía no sabemos si pretendía exaltar el sueño alemán, pasar a la historia con una maestría inigualable o, simplemente, pasárselo bien y asegurarse de que sus creaciones en este sentido pasaran a la historia.
Muy, muy buena, y de ejecución intachable, la obra.
L.
P.S.- lo del título era para llamar la atención aunque, como todas las sopranos, Elisabeth estaba hermosota
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1 comentario:
Pero al final... ¿te han salido llagas en el trasero o no?
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