Esta tarde, caminando por el Paseo Marítimo mientras atardecía, vi algo que solo había mirado antes, pero que hoy, de todos los días, pude ver como sólo se ve aquello que quiere ser verdaderamente visto. Era un poema sobre azulejo andaluz de Manuel Alcántara:
"No pensar nunca en la muerte
y dejar irse las tardes
mirando cómo atardece.
Ver toda la mar enfrente
y no estar triste por nada
mientras el sol se arrepiente.
Y morirme de repente
el día menos pensado.
Ese en el que pienso siempre"
A veces el mundo te deja mensajes, cartas o simples recordatorios de su belleza en los lugares y momentos más adecuados. Y descubrirlos convierte el momento en único porque, siquiera por dos segundos, somos capaces de ver cada momento y lugar como lo que es: una oportunidad irrepetible que, precisamente por ello, no volverá salvo en nuestra memoria. Por eso la guardo junto a Sikkim, San Lorenzo, Rosario, Massachusets Ave. y tantos otros, para el caso de que vengan momentos en que las necesite.
viernes, 1 de enero de 2010
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