viernes, 27 de agosto de 2010

China, mes uno, un mes después






Por motivos ajenos a mi voluntad no he podido actualizar el blog durante mi estancia en China, razón por la que fui apuntando, a la vieja usanza, aquello que, por entender medianamente digno de atención, iré colgando poco a poco en los próximos días. Hoy, tras la dura reincorporación al trabajo y aquejado todavía de jet lag brutal tas la llegada de ayer, escribo unas líneas genéricas para justificar por qué este viaje ha valido la pena. Aunque quizás bastaría una frase, que dejo escrita hoy por si a lo largo de la tarde me atropellara un coche o acaecer similar: el martes 24 de agosto de 2010, día de San Bartolo, el abuelo José habría cumplido 100 años, y el martes 24 de agosto de 2010 fui feliz. Feliz como hacía tiempo que no había sido: en la constatación de que sigo vivo, de que sigo con la capacidad de rodearme de gente que puede, a su vez, dar y recibir amor,y feliz incorporado en un variopinto grupo de gente, a su vez, feliz. Fuimos uno, fuimos muchos y fuimos todos, y nos dábamos cuenta de dónde estábamos, de cuándo estábamos y de que lo vivido no se volvería a repetir. Y nos dimos, y bailamos, y abrimos los ojos hasta que casi se nos salen de las órbitas para aprehender, en un día que aglutinó todo un mes, la maravilla de la vida. Miro hacia atrás y pienso en Daniel, Susana, Slvia y Uri, Konstantina, Will, Paul, Juanita, Jessica y Roberta; Rosa-Lola y Alma; Matteo, Giorgio, Joy, Jinsailón (pronunciarlo con lánguido acento italiano), Paul, Valentina, Flo, Giovanni y Paco. Antonio y Carolina...

En Mongolia y las tiendas con insecto dentro
Los dantescos baños,
los maravillosos hutongs.
La cerveza Sing Tao, los cacahuetes blandos y esos yogures en tarro de barro gris que no pude traerme.
Las señoras-gestoras de los autobuses,
el 690 que me dejaba en Qianmen,
Wudaoku.
Las cenas con surcoreanas en norcoreanos de ópera totalitaria, fotos prohibidas y morcilla de Burgos (o de Pyongyang, ya no se).
Las fiestas a la entrada del edificio 17, más popular que la ciudad prohibida.
Los pinchitos de alacranes, caballitos de mar, cocodrilo,
el pato pekinés del Quanjude.
Las compras locas en el Silk Market.
La ópera de Changan, las acrobacias del teatro del cielo y la tierra (Tien di)y la ceremonia del té.
Los maravillos Hot Pots, las pizzas chinas, los dumplings del mercado (4 yuanes la bandeja de 10) y los pastelitos de chocolate.
El frío de Mongolia, el fresco de Mutianu y el agobio del calor en pleno trasbordo de la línea 13 a la 2 en Xizhimen.
Li Laoshe y la voz de nuestra profe cantando por llegar tarde (ni wuan le, que escribiría Matteo)
Las clases intensivas de 8 a 12 de la mañana,
la librería de la BLCU
el Rastro de Pekín
El Pijou
...
Dentro de mí se que todavía, en realidad, no me he ido. Sigo en mi habitación del 17, y en cualquier momento despertaré, y me tocará ducha y clase: nuevo día, nueva lección, como siempre. Y cuando despierte me preguntaré cuánto me queda para volver a Madrid, y esperaré que sea mucho.

(Tengo que comentar este sueño a Daniel que, como hace filosofía, podrá decirme qué significa).

6 comentarios:

Oriol y Silvia dijo...

que bonito resumen de todo el viaje! Pocas y cortas palabras sirven para destapar un hilo de recuerdos de todo el mes! Un mes precioso!

Nos vemos pronto! :)

Besos de Oriol y Silvia!

Haixin dijo...

Gracias por todo! un mes inolvidable, se me pone un nudo en la garganta sólo de pensar en todo lo vivido con vosotros.

Un besazo muy fuerte

Haixin <> Susana

Anónimo dijo...

qué maravilloso sentimiento el de saberse vivo! me alegro, besotes

María

Dani dijo...

Buen resumen. Si al final ni escribes tan mal¡ ;)

Sobre el sueño, es curioso porque yo en las discusiones filosóficas sobre la posibilidad de la ilusión o no de la vida, siempre apuntaba la misma frase: No es que la vida sea sueño, es que los sueños son vida y la vida, vida es...
... y eso es lo que paso amigo, que vivimos aquello sin mediocridad, como heroes: " ¿Es esto la vida? Bien, pues otra vez".

Cuidate¡
Dani.

Anónimo dijo...

Ahora a lidiar con la puta rutina madrileña. Aquí no hay pinchitos de alacranes, a lo máximo unas cuantas cucarachas asquerosas en alguna que otra tasquilla, pero también tiene su encanto.

Aunque suene egoista, me alegra que estés de vuelta.

Javier dijo...

estoy con María, lo mejor, eso de sentirte vivo!

me alegro mucho por tí colega!

un fuerte abrazo de tu amigo Javier desde NZ, que aunque está lejos, no es "tan lejos" como tu en realidad te has ido.