martes, 31 de agosto de 2010

Giovanni, Paco y el ratoncito que viajó de Panjiayuan a Preciados




Eranse una vez, que se que eran, dos tigrecitos mongoles llamados Giovanni y Paco que, peleados por una cuestión de faldas, fueron condenados a permanecer uno al lado del otro para siempre, y a animar los viajes de españoles tarados, italianas bellísimas y japonesitas tímidas. Tras un tiempo se dieron cuenta de que lo que verdaderamente vale en esta vida no es ejercer poder o infundir temor, sino hacer sonreir, y desde entonces son felices haciendo felices a los demás.

Erase una vez, que se que era, un ratoncito aventurero que, harto de estar todos los días en su marco, siendo expuesto en el mercado de los domingos de Panjiayuan, convenció a un españolito que por ahí pasaba para que le llevara a Madrid. El españolito, en busca de cosas bellas, fijó sus ojos en el ratoncito inquieto, lo miró y captó el mensaje de ayuda porque, en muchas cosas, eran parecidos: eran pequeñitos, a veces se sentían cautivos y querían ver el gran mundo. Con lo que el españolito, armado con sus rudimentos de chino, convenció no sin esfuerzo al dueño para que liberara al roedor de su marco, se lo echó al petate, le metió en la mochila y el ratoncito atisba ya, desde su atalaya en Preciados, el nuevo viejo mundo hasta donde ha viajado.

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