martes, 5 de febrero de 2013
Coriolanus, de Ralph Fiennes vs. the perfect american, de Philip Glass
Desde que vi el Titus de Julie Taymor, le cogí el tranquillo a las adaptaciones cinematográficas "contemporaneas" de los clásicos de Shakespeare. Coriolanus ha dado lugar a overturas de Beethoven en 1807 (por mucho que dicha pieza no estuviera estrictamente centrada en la obra teatral, sino concebida como un homenaje al drama del poeta alemán Heinrich Josef von Collin); ha sufrido adaptaciones teatrales de muchas estéticas y, desde el 25 de enero, ha permitido una película que me ha gustado mucho, mucho. No como el Perfect American de Glass, de bella música y buena puesta en escena, pero con un libreto más lento y ampuloso que Paco Clavel disfrazado de Luis XIV.
Afortunadamente, las adaptaciones cinematográficas de clásicos teatrales, al contrario que sus correlativas puestas en escena recientes, trascienden el escenario "minimalista", los movimientos folívoros y el epiléptico "te visto de chaqué o te desnudo toíto", y ponderan la totalidad de los medios que técnica e imaginación permiten para lograr cosas bien ambientadas y bien hechas. Con el escenario de una Roma atacada por un Ofidius (nunca mejor dicho) balcánico, Ralph Fiennes se da el lujo de entrar en el selecto club de actores que, sin haberse formado en la RADA, han contribuido a la pervivencia y reconsideración de un Shakespeare cuyas obras nunca dejan de ser contemporaneas: no por las ambientaciones, sino por lo atávico de los temas a tratar. En el caso del coriolano:
Los riesgos de la manipulacion del pueblo, y los peligros que nacen para los manipuladores cuando, finalmente, el pueblo se da cuenta de que ha sido una marioneta.
Los motivos subyacentes a quienes empujan a que otros pidan pan, sin que a aquellos les importe una mierda el hambre o la falta de techo.
Los héroes que no quieren serlo, y los mediocres que les derrocan a través de otros.
El poder de la propaganda
La cizaña, la guadaña y, al fin, el segador.
Los títeres, los hijos y las masas
... En fin, lo que viene siendo Shakespeare: el resentimiento, la venganza, les grands finales y el poder de la mujer antes del exeunt omnes.
Anger is my meat; I sup upon myself
So, our virtues lie in the interpretation of the time
The milk of the male tiger...
¿Luchamos para vencer, o para conseguir una muerte estética y, por ello, pasar a la historia?
Lady Macbeth, Tamora, la madre del coriolano... el rol de la mujer en las obras de Shakespeare solo puede asimilarse a la sombra protectora -y eternamente vengativa, de llegar el caso- de la mujer poderosa.
Temas todos, desgraciadamente, que aún hoy, siguen indiscutiblemente vigentes.
L.
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