martes, 3 de diciembre de 2013

Cerramos los ojos

Cerramos los ojos para no ver los monstruos. Para poder dormir, a pesar de la injusticias. Pero cerrando los ojos ni desaparecen los leones, ni podemos entrever aquella belleza que, prudente y maravillosa, se despliega ante nuestros párpados, empecinadamente apretados. Cada día se suceden actos de belleza y amor heroicos, llevados a cabo por los verdaderos héroes: aquellos que no quieren pasar a la Historia.

Y nosotros, tercos en mantener los ojos cerrados, no los vemos.

Y así la vida nos va pasando, entre mutismo y ceguera,

Y así, grises, un día morimos -o nos comen los cercanos leones que, por no actuar, se dieron cuenta de nuestra presencia-.


He sido testigo de barbarie, de injusticias -algunas cometidas por mí- y de males. Pero tambien he presenciado historias de entrega, lealtad y amor que no se pueden explicar con palabras. Todas esas historias, las contadas en este blog, han pasado de verdad: desde la madre que siguió a su hijo para que no se perdiera en los caminos del cielo, hasta cada sonrisa gratuita que ha calentado más el alma que mil calefactores. Pasando por una ancianita que esperó a que su amor se fuera, y sufrió dos dolores: el de enterrar a su marido, y el de aguantar los furiosos embites de una muerte cabrona. Una muerte que, aun ahora, no logra llevarse a mami adoptiva, y espera mientras que ella, al fin placidamente, descansa antes del descanso.

Por tí, mami adoptiva.

L.

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