Solo un genio como mi querido Edmond, el padre de Jan Europa, podía combinar la triste dulzura de quien no comprende con la crueldad del alambre de espino. Duele, y mucho
Aquí no tengo nombre, para que seamos todos. Aquí no me llameis por mi nombre porque, como Ulises, soy nadie y, así, nadie podrá hacer suyas todas vuestras voces.
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