Ahí le tenéis.
En su majestad de Dios para muchos,
gurú atroz, intenso,
sangrante.
Encerrado en un piso que es él mismo.
Pero ahora, (behold):
cansado
harto de ser él,
harto de que duela,
harto de no poder escapar
-salvo quizás, al despertar, los segundos hasta que recuerda quién es-
aprovecha el agotamiento
Íntimo
Único
de quien siempre está de guardia
para cubrirse y
¿quizás soñar?
que alguien
¿quizás ella?
Le salva con su escudo de lana entretejida hace 100 años.
Pero los gigantes son muchos,
el sueño de la locura no produce razón
y no sabemos si al morir dejamos de soñar
(O de sufrir)
L.
P.S.- A David Nebreda: vivas donde vivas, estés donde estés, descansa. Tápate con tu hada, y déjate acunar por lo bueno -que no tiene por qué ser bello-. Se te quiere.
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