viernes, 27 de enero de 2017

El niño en David Nebreda


Ahí le tenéis. 
En su majestad de Dios para muchos,
gurú atroz, intenso,
sangrante.
Encerrado en un piso que es él mismo.

Pero ahora, (behold):
cansado
harto de ser él,
harto de que duela,
harto de no poder escapar
-salvo quizás, al despertar, los segundos hasta que recuerda quién es-

aprovecha el agotamiento
Íntimo
Único
de quien siempre está de guardia
para cubrirse y
¿quizás soñar?
que alguien
¿quizás ella?
Le salva con su escudo de lana entretejida hace 100 años.

Pero los gigantes son muchos,
el sueño de la locura no produce razón
y no sabemos si al morir dejamos de soñar
(O de sufrir)

L.

P.S.- A David Nebreda: vivas donde vivas, estés donde estés, descansa. Tápate con tu hada, y déjate acunar por lo bueno -que no tiene por qué ser bello-. Se te quiere.

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