domingo, 15 de enero de 2017

Los finales de Shakespeare (que son los nuestros)



¿Condena el autor a la realidad cuando plasma en papel la predicción de su cierto futuro, o solo revela que la realidad de cada uno no es para los demas sino una ficción? ¿Somos la materia de que están hechos los sueños, los actores que bajan del teatro finalizada la obra, seres de humo condenados a disolverse en la nada...?
La nada, ese todo de que salimos y al que volvemos, rezando para que al menos ella nos recuerde. Pero ¿quien recuerda al que recuerda? 

El tejido de la realidad, como el del espacio-tiempo o el genético, es tan frágil que, por mucho que lo pensemos inmutable, la parte más poderosa de nuestras mentes lo rasga una y otra vez cada vez que, cerrados los ojos, toma las riendas de nuestros sueños para jugar con nuestra percepción de lo que es lineal.

No hay flecha del tiempo, unidireccionalidad, lineas o nominalismo. Son todo trampas para eludir la gran verdad de que ni somos, ni sabemos nada, pues, quizás y al final de todo, solo estemos hechos para vivir hasta que dejamos de hacerlo.

...¿Fine?

Buen viaje, Luisa. (Cuando llegues y comprendas, recuérdanos).

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