domingo, 26 de noviembre de 2017

Atlántico, de Alvaro Guijarro sobre pinturas de Antonio Cazorla

Gracias sean dadas al Hacedor.

Llegué en pánico, temiendo alguna aberración atonal disfrazada de piezón contemporaneo solo para unos pocos elegidos (el enésimo traje nuevo del emperador), y encontré una creacion más que digna. Tres piezas que, de la ortodoxia contemporanea y descriptiva de la primera, me trasladaron al Hollywood de los cincuenta en la segunda, donde me encontré con Stravinsky para después, ya en la tercera, hallar a un Falla revestido de modernidad. Un Falla que, si bien olía más a Mediterráneo que a Atlántico, despertó ese olvidado resquicio de sensibilidad casi orientalista que por un momento me hizo contemplar, en una suerte de mágica sinestesia, los lienzos de Gericault, de Delacroix.... Aunque, esta vez, no en las aguas de pscinas de baños o harenes, sino en las tranquilas e infinitas playas de Punta Umbría, esas cuyas olas (y espuma) ha dejado para siempre en lienzo el infinitamente paciente pincel de mi buen Don Antonio.

Gracias a los dos

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