domingo, 22 de marzo de 2020

Lo que nos define como humanos

Hace mucho que no escribo. Ni aquí ni en otros sitios, más allá de textos académicos o profesionales. Pero estos días tenía que escribir. Aquí. No por ego, ni porque me lean (a estas alturas, y tras el parón de 2 años, dudo que nadie me siga ya). Sino porque a veces hay que dejar escritas cosas.
No por el miedo a la muerte, sino por el miedo a la vida.
Una vida en la que, tras esta pandemia, estará la mayoría de gente joven y fuerte, pero donde ya no estarán muchos de los físicamente débiles, esos que Hitler consideraba infrahumanos, indignos de respirar.

Pienso en los físicamente frágiles y me vienen a la memoria Oleg Karavaichuk creando belleza en su piano del Hermitage; el padre Angel ayudado a todos los que no tienen para comer; Stephen Hawking descubriendo el mundo detrás del mundo, Van Gogh creando belleza como bálsamo para la esquizofrenia... Tantos locos maravillosos, tantos ancianos que crearon -y crean- las mejores obras de su existencia precisamente tras haber vivido una vida plena, sin cuyas vivencias no podrían haber ideado lo que pervivirá siempre, más allá de ellos, más allá de nosotros.
Y pienso en los que no pueden defenderse por sí solos, los indefensos. Aquellos que, como mi tía Cari, nunca pudieron valerse por sí mismos y, en estos momentos de alarma, miedo y abandono, miran sin comprender por qué les están dejando solos en sus residencias.

Nos estamos muriendo, y hay que pervivir. Pero pervivir no es sobrevivir. Pervivir es superar los retos más graves como un todo, como un colectivo cuyo rasgo principal es la humanidad, no la racionalidad. Porque racional es optar por los fuertes frente a los débiles, mientras que humano es proteger a los débiles antes que a los fuertes.

Un pueblo se mide por el nivel de protección de sus integrantes mas indefensos, no por el grado de pureza de sangre o porcentaje de supervivencia (el término lo dice todo). Y nosotros no queremos meramente sobrevivir. A los supervivientes de toda catástrofe siempre les espera un calvario de recuperación; por contra, a las sociedades que perviven las abrazará una época de aprendizaje y curiosidad por un futuro mejor. Nosotros queremos pervivir como humanos, y para ello no podemos olvidar el atributo más importante del ser humano, que es la solidaridad, entendida como la superación del instinto de supervivencia individual en pro del más indefenso. Y en este sentido la solidaridad es antinatural, porque implica que nos sacrificamos por otro más débil, despreciando el natural instinto de supervivencia común a todos los animales. Pero, siendo antinatural, es por ello lo más humano que se puede encontrar, lo que nos distingue y, en ocasiones, nos hace únicos, asemejándonos, quizás por vez primera, al Dios en que cada uno cree.

Es muy fácil pensar en nosotros como buenos en tiempos de abundancia, solo porque no hemos tenido la oportunidad -o necesidad- de hacer cosas malas para sobrevivir. En estos tiempos de pandemia global toca enfrentarnos de verdad con nuestro verdadero yo, y darle una oportunidad de comportarse como humano, no como superviviente. Solo así, cuando todo esto termine -que terminará- podremos vivir con nosotros mismos en un mundo de seres humanos. Porque si sobreviviéramos tras haber sacrificado a los más débiles en pro de un ciego ideal de supervivencia numérica, nos encontraríamos otro mundo, seguramente. Pero no de personas


Solo pervive la belleza, y la belleza está en nuestro reflejo en los demás.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Espléndido querido Luis, muchas gracias y un abrazo.

Anónimo dijo...

Gracias por escribir esto, a pervivir siempre.