viernes, 31 de julio de 2020

Cinestudio espejo (0). El Angel Exterminador, de Luis Buñuel (1962)



¿Qué decir del maño más conocido del mundo después de Goya, solo aprehendido en toda su grandeza por Max Aub y un puñado de privilegiados? su filmografía lo dice todo y, más allá de la surrealista innovación del perro Andaluz y su etapa en París -donde la sobreveneración le cambió-, es su trilogía religiosa mejicana la que, al menos para un servidor, mejor lo define.

De Simón del desierto hablaremos en un post distinto (por gloriosa); la Vía Lactea es una consumación... el Angel exterminador es la mejor simbiosis entre surrealismo, crítica social y filosofía que el cine haya dado. Para Buñuel, la abulia y la decadencia confinan a la burguesía en un mundo tan minúsculo que cabe en un salón. Ahí, por mor de sus prejuicios -el mayordomo nunca es reconocido- y endogamia -representada por el incestuoso amor de los dos hermanos-, un puñado de parejas burguesas mejicanas de finales de los años 50 se ve avocado a desempeñar todos los actos vitales -desde fornicar hasta morir, pasando por alimentarse y defecar, en un giro tan Joyciano que el paralelismo abruma-. Y todo se repite, una y otra vez, en un vórtice que encierra, que delimita, contrae, comprime y ahoga hasta el punto en que la violencia parece el único recurso para romper la maldición de la inercia.

La abulia como motor del confinamiento abarca y justifica las repeticiones, el abandono previo y misterioso de la mansión por parte de un servicio que anticipa la catástrofe; la histeria, las reacciones, el hambre, el machismo, los tipos burgueses de la diva, el excéntrico venido de Norteamérica, el agónico agonizante, los masones histriónicos -y, por ello, pequeños o falsos-, los amantes suicidas... todos defecando en los jarrones de la dinastía Ch'ing, como en el Versalles prerevolucionario, mentando a vírgenes lavables de caucho, intentando huir mediante la laudanina, codeina y morfina en una anticipación del día de la marmota, hoy mas que nunca en boga.

Y volveremos al confinamiento por repetir los mismos errores

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