lunes, 10 de septiembre de 2012

Las 2 Ofelias

De la Ofelia de Millais a la de Paul Fryer hay un universo distito en la misma piel:

Eones, vidas, corduras.
Absenta de antes y Prozac de ahora.
Verdes machadianos y grises de fotos nazis
El cerúleo de la carne y el de la cera,
Dos muertes distintas -ambas recién ahogadas-

Vidas breves de Gaiman, cortas de Dani Moreno y anárquicas de Yeats.
La paz de la muerte frente al caos de las vidas que no dejan de doler
El fin de la tristeza,
-que no se puede ya sentir, con lo que no alivia-

Gritos acallados en donde ya solo se oye el rumor de las hojas.
Agua y formaldehido
Il Pagliacci cantando la última de Portishead...

Imágenes que no dejan de brotar,
sin tiempo para plasmarlas, de modo que se apilan,
como en el climax de luces de una megarave cuyos maestros de ceremonias son
Carl Cox, Fat Boy Slim y un Mozart,
moribundo,
reinventando su requiem,
-sin que le dejemos morir-.

El caos del orden de los obsesivos,
en celdas Excel que,
abiertas,
se liberan, sin orden aparente,
pero,
en realidad,
más pacíficas que las líneas y celdas, ordenadas,
de los escritos de Charles Manson.

Sonidos como fotones
que, chocando unos contra otros
Acaban recreando la novena sinfonía para los cuánticos.

Blanco,
gris,
mil,
uno,
triste,
en paz,
salvo...

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