Gracias a don Joaquin, a quien también debo una edición temprana de Dublineses y la maravilla ilustrada de los poemas de Poe, del XIX, cuya semblanza también añado
Aquí no tengo nombre, para que seamos todos. Aquí no me llameis por mi nombre porque, como Ulises, soy nadie y, así, nadie podrá hacer suyas todas vuestras voces.
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