sábado, 31 de enero de 2015
viernes, 30 de enero de 2015
A la primera edición de Trilce
Astutas tapas de cartón ajado
penitenciariamente de 22 a LXXVII veces tipografiadas
bajo la aparente debilidad del libro pobre,
fragilizado escondes, en nieblas de tinta apenas manchadas,
el verso que no cae amortajado:
ese que toda memoria resucita para el hombre.
A Vallejo inyectaste inmortalidad,
tú, editor ciego,
que de entre todas las joyas de Trujillo y Lima
al papel hiciste del firmamento remedo
de lo que ha llegado con don de ubicuidad:
el eterno poder de la rima
Y aunque lacerada, tu impresión queda queda,
redimiendo sus fracasos el canto ex nunc de los relatores.
Limpiado por esos versos que sin veda,
tanto aldeana como negro heraldo plasman en sus canciones,
y a toda una generación azarea.
Ánimas, silvas, madre, doncellez...
palabras reiteradas hasta la saciedad,
hermanas de palabras inventadas,
fugaces como estrellas de única verdad
empecinadas a no marchar una vez nacidas, libres ya:
Grittttos chanceantes apañuscando el panopticonizado alma,
torciendo la grosera lógica más fría,
llenándola de imágenes ajenas a esta tierra baldía;
de lo amniótico, de lo placentario, todavía vana.
Palabras no violadas, sino convencidamente prestadas
por glosarios ya aburridos de golpes,
parciales a toda caricia de quien desciende a esas aguas
para bucear en apnea líquida de léxicos maravillosos por deformes:
Enjutarostra y quijaruda de mojamas momiescas
Vigorizada, curiosa ante la intromisión peruana
de quien da nueva vida a la palabra mundana
y en el momento del memento mueve las masas dóciles, casi simiescas.
Eles quelonias, enes narvalescas y nautiloideas
brecheando el bargueño del Bundercamer arriba y abajo.
Ritmos de algoritmo en silvas perversas
Con cadenas rotas a fuer de aldabonazo.
Que pena que Vallejo, rota el alma de llorar
No llegara a conocer, por jovenecias de solemnidad,
Nuevas palabras que se podrian doblar
aun más que la maga ante la Rocamadouresca virilidad:
Cuántico
Algoritmo
Sinergia
Merchan
Hilo dental (para las encías de los difuntos)
Lo que hubiera podido imaginar
con tan inhumanables palabras.
Pero afila la muerte sus toscas guadañas,
que solo la carne, no el papel puede afilar.
Amanece nevando en el Trópico.
La mañana, manchada del amor de la noche pasada
no quiere lavarse la cara: porque ayer nevó, y no volverá ese milagro anecdótico
a sembrar en su suelo otra semilla congelada .
Y proféticamente, en el 75 detectó que estábamos muertos los vivos de entonces
(Pero renacimos).
Y cerró su libro con la fuerza del Dios que sobrevivió a Herodes
Dando por bien terminados de versos los mejores racimos.
(Canta tus ritmos, no tu ira)
Dune, Duino, Donne
Angeles, amantes y niños.
Mis oscuros grandes pensamientos
a veces destrozan,
a veces pergeñan,
a veces deciden:
si soy una isla (llena de mí, sin continente -o campanas-),
si soy un Mesías en un planeta desierto,
o mas sencillamente un envoltorio de nada condensada.
El estar muerto es tarea fácil cuando no tienes nada que gritar, y los arrebatados antes de su hora nos necesitan más que nunca.
Pero en mi mano poseo la prueba de que tomo otras manos,
y en mi sueño, la del caos de cada nocturno mundo interno,
donde niños muertos se me acercan.
donde niños muertos se me acercan.
(Tengo mucho que clamar para muertes fáciles)
A la verdad no he terminado de crecer,
Y mi intervalo entre mundo y juguete no existe:
como los recuerdos de los animales,
como las añagazas de las tierras mudas
-o baldías-
de la ciudad del dolor,
-o baldías-
de la ciudad del dolor,
donde cae todo lo dichoso.
L.
(Hoy, Gaspara Stampa se habría quedado en su casa, -chez longue tornada en banqueta y papel en pantalla de sucio PC-, y toda la ciberpornografía le habría impedido escribir)
domingo, 25 de enero de 2015
sábado, 24 de enero de 2015
El Dune de Jodorowsky
Una película que al final quedó en un gigantesco storyboard confeccionado por Moebius (por cuyo original daría yo casi todo lo que me pidieran), y sobre cuya ideación versa un reciente documental, magno, del año pasado. El Dune europeo, soñado por el argentino extravagante, que habría contado con Dalí (a 5.000 $ el minuto), Mick Jagger y Orson Welles como actores.
Un dune plagado de los personajes adaptados por Moebius, los efectos especiales de Dan O'Bannon, las naves de Chris Foss y el goticismo de Giger: todo rodeado de la música de Pink Floyd primero, y de Magma finalmente. Todos ellos, guerreros espirituales a la conquista de la conciencia universal desencadenada finalmente por la muerte de Paul, y que el argentino no pudo dejar de plasmar posteriormente en su lama blanco.
El LSD sin LSD atiborrado de Jung que, quizás, rigió los casuales encuentros de Jodorowsky con tantas celebridades que no le pusieron trabas a aceptar trabajar con él.
Todos, salvo Hollywood.
Quizás fueran las 12 horas de película, lo exorbitado de los gastos o, simplemente, que era una gran visión, cuando lo que los estudios querían eran pequeñas películas:,al final, no pudo ser.
Pero las leyendas nunca mueren.
Al contrario
jueves, 8 de enero de 2015
Los muertos del Charlie Hebdo nunca dejarán de reir
Si la cultura es la peor pesadilla de los dictadores, el humor es el peor enemigo del fanatismo: porque relativiza todo extremo. Porque cuando logramos reirnos de algo, deja de asustarnos. Porque cuando Pixar nos pinta a los monstruos del armario como peluches azules, cuando Charlot interpreta a un Hitler con ticks nerviosos o el Papus nos pintaba una transición cachonda, nos damos cuenta de que el mal siempre pierde, y de que después de toda noche, viene siempre un amanecer con luz, por mucho que tarde.
Hubo -y sigue habiendo- un Islam de igualdad, poesía, ciencia y tolerancia. Un Islam que nos dejó, hace ya medio milenio, joyas como la Alhambra, y que salvó a toda la cultura griega y romana de los entonces bárbaros: de nosotros. Pero ese Islam se ha convertido en una víctima más de un nuevo fanatismo retrógrado, auspiciado por las desigualdades sociales y la globalizacion de la informacion, que ha hecho involucionar a cientos de miles de personas, y que no es que amenace el "estilo de vida occidental",como se intenta simplificar, sino que amenaza todo el progreso humanista que nos ha hecho dejar atrás aberraciones como la esclavitud, las muertes en nombre de Dios o la censura.
Hablar del Islam que hoy prevalece es algo que no gusta, porque da miedo: a ser tachados de retrógrados, por un lado, y a convertirmos en objetivo de los fanáticos, por otro. Pero ¿qué más tiene que ocurrir para que nos demos cuenta de que nos enfrentamos a un problema global de fanatismo, esta vez proveniente de la interpretacion corrompida de un gran texto, de por sí pacífico? Y lo siento, pero no se trata de Islamofobia, xenofobia o la fobia que quieran colgar a cada Houellebecq, Pérez Reverte o revista satírica que se atreva a alzar una voz discordante con el buenismo que ha venido imperando, un buenismo deliberadamente ciego a ablaciones del clítoris, lapidaciones de homosexuales y desprecio absoluto por la igualdad entre sexos, todo por los "legítimos fines" de captar votos, simpatías, financiación o, simplemente, por no ser tachados de retrógrados de ultraderecha.
Porque estos últimos tiempos, con las decapitaciones en directo; las ejecuciones en masa de chiítas, cristianos y demás seres que no compartían interpretación del Corán; la satanización -literal- de minorías como los yazidíes; el apartamiento de la mujer de todo protagonismo en la vida social; la decapitación de la cultura y el absoluto desprecio por la libertad de expresión... ¿se puede seguir tachando de retrógrado a todo aquel que alce una voz diciendo que esto tiene que parar? ¿es que se puede tachar de sospechosas a revistas satíricas cuya único pecado es la democratización de la denuncia social?
Hay una solución no fácil, pero quizás la única posible, para luchar tanto contra este fanatismo de sangre como contra el antiislamismo, los partidos de Ultraderechas y los filonazis que están surgiendo en Europa, y es que publicamente se afronte por cada gobierno que existe un problema social con unas características específicas: ni más ni menos. Pero hasta que no se admita la existencia de esta fractura no se podrá resolver con la moderación, la prudencia y los medios que la democracia nos aporta. Hasta entonces no se hará nada, y seguirán proliferando ghetos de radicalismo, células de muerte y jóvenes hartos del paro que solo encuentran voz en los grupos más radicales.
El dar la espalda a los problemas, pensando que así desaparecerían, nunca ha funcionado. De hecho, nos ha hecho dar la espalda a lo que verdaderamente subyacía: la pobreza, la falta de oportunidades de los jóvenes, los desequilibrios entre oriente y occidente, norte y sur, o el que no interesa desarrollar economica ni culturalmente a unos paises que, una vez desarrollados, exigirían a occidente la justa compensación por materias primas que hoy pagamos por una mierda, riquezas naturales que diezmamos o fuentes de alimentos que hemos logrado reservarnos para nosotros solitos. Hemos de reconocer que existe un problema, que en gran parte lo hemos creado nosotros, sí, pero que eso no obsta a la acuciante necesidad de darle solucion, como se vio ayer. De otro modo alguien -da lo mismo que sean fanáticos islamistas, radicales de ultraderecha y ultraizquierda, o iluminados frustrados-, algún día -cada vez más cercano-, logrará recoger electoralmente esta gran siembra del miedo, fruto de la cosecha de la deliberada ignorancia, y la volverá a tornar, al igual que en la Alemania de 1932, en sangre.
Que las risas que ayer dejaron de existir sirvan para abonar un futuro en que todos podamos reirnos sin miedo a morir. En que podamos reirnos del propio miedo, cualquiera que sea su rostro, en que sea precisamente esa capacidad de ridiculizar a los monstruos la que nos de la fuerza para luchar contra ellos. Porque un mundo en que se mata a los niños, a los indefensos, a los enfermos y a quienes hacen reir y pensar no es un mundo en que valga la pena vivir.
Hubo -y sigue habiendo- un Islam de igualdad, poesía, ciencia y tolerancia. Un Islam que nos dejó, hace ya medio milenio, joyas como la Alhambra, y que salvó a toda la cultura griega y romana de los entonces bárbaros: de nosotros. Pero ese Islam se ha convertido en una víctima más de un nuevo fanatismo retrógrado, auspiciado por las desigualdades sociales y la globalizacion de la informacion, que ha hecho involucionar a cientos de miles de personas, y que no es que amenace el "estilo de vida occidental",como se intenta simplificar, sino que amenaza todo el progreso humanista que nos ha hecho dejar atrás aberraciones como la esclavitud, las muertes en nombre de Dios o la censura.
Hablar del Islam que hoy prevalece es algo que no gusta, porque da miedo: a ser tachados de retrógrados, por un lado, y a convertirmos en objetivo de los fanáticos, por otro. Pero ¿qué más tiene que ocurrir para que nos demos cuenta de que nos enfrentamos a un problema global de fanatismo, esta vez proveniente de la interpretacion corrompida de un gran texto, de por sí pacífico? Y lo siento, pero no se trata de Islamofobia, xenofobia o la fobia que quieran colgar a cada Houellebecq, Pérez Reverte o revista satírica que se atreva a alzar una voz discordante con el buenismo que ha venido imperando, un buenismo deliberadamente ciego a ablaciones del clítoris, lapidaciones de homosexuales y desprecio absoluto por la igualdad entre sexos, todo por los "legítimos fines" de captar votos, simpatías, financiación o, simplemente, por no ser tachados de retrógrados de ultraderecha.
Porque estos últimos tiempos, con las decapitaciones en directo; las ejecuciones en masa de chiítas, cristianos y demás seres que no compartían interpretación del Corán; la satanización -literal- de minorías como los yazidíes; el apartamiento de la mujer de todo protagonismo en la vida social; la decapitación de la cultura y el absoluto desprecio por la libertad de expresión... ¿se puede seguir tachando de retrógrado a todo aquel que alce una voz diciendo que esto tiene que parar? ¿es que se puede tachar de sospechosas a revistas satíricas cuya único pecado es la democratización de la denuncia social?
Hay una solución no fácil, pero quizás la única posible, para luchar tanto contra este fanatismo de sangre como contra el antiislamismo, los partidos de Ultraderechas y los filonazis que están surgiendo en Europa, y es que publicamente se afronte por cada gobierno que existe un problema social con unas características específicas: ni más ni menos. Pero hasta que no se admita la existencia de esta fractura no se podrá resolver con la moderación, la prudencia y los medios que la democracia nos aporta. Hasta entonces no se hará nada, y seguirán proliferando ghetos de radicalismo, células de muerte y jóvenes hartos del paro que solo encuentran voz en los grupos más radicales.
El dar la espalda a los problemas, pensando que así desaparecerían, nunca ha funcionado. De hecho, nos ha hecho dar la espalda a lo que verdaderamente subyacía: la pobreza, la falta de oportunidades de los jóvenes, los desequilibrios entre oriente y occidente, norte y sur, o el que no interesa desarrollar economica ni culturalmente a unos paises que, una vez desarrollados, exigirían a occidente la justa compensación por materias primas que hoy pagamos por una mierda, riquezas naturales que diezmamos o fuentes de alimentos que hemos logrado reservarnos para nosotros solitos. Hemos de reconocer que existe un problema, que en gran parte lo hemos creado nosotros, sí, pero que eso no obsta a la acuciante necesidad de darle solucion, como se vio ayer. De otro modo alguien -da lo mismo que sean fanáticos islamistas, radicales de ultraderecha y ultraizquierda, o iluminados frustrados-, algún día -cada vez más cercano-, logrará recoger electoralmente esta gran siembra del miedo, fruto de la cosecha de la deliberada ignorancia, y la volverá a tornar, al igual que en la Alemania de 1932, en sangre.
Que las risas que ayer dejaron de existir sirvan para abonar un futuro en que todos podamos reirnos sin miedo a morir. En que podamos reirnos del propio miedo, cualquiera que sea su rostro, en que sea precisamente esa capacidad de ridiculizar a los monstruos la que nos de la fuerza para luchar contra ellos. Porque un mundo en que se mata a los niños, a los indefensos, a los enfermos y a quienes hacen reir y pensar no es un mundo en que valga la pena vivir.
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