sábado, 24 de enero de 2015

El Dune de Jodorowsky


Entre la montaña sagrada del 73 y la recientísima danza de la Realidad se encuentra quizás la mejor obra de Jodorowsky: la que nunca llegó a ver la luz como tal, pero cuyos pequeños resplandores se aprecian, por poco que uno se esfuerce, en todos los hitos de la ciencia ficción nacidos desde 1976. 

Una película que al final quedó en un gigantesco storyboard confeccionado por Moebius (por cuyo original daría yo casi todo lo que me pidieran), y sobre cuya ideación versa un reciente documental, magno, del año pasado. El Dune europeo, soñado por el argentino extravagante, que habría contado con Dalí (a 5.000 $ el minuto), Mick Jagger y Orson Welles como actores. 

Un dune plagado de los personajes adaptados por Moebius, los efectos especiales de Dan O'Bannon, las naves de Chris Foss y el goticismo de Giger: todo rodeado de la música de Pink Floyd primero, y de Magma finalmente. Todos ellos, guerreros espirituales a la conquista de la conciencia universal desencadenada finalmente por la muerte de Paul, y que el argentino no pudo dejar de plasmar posteriormente en su lama blanco. 

El LSD sin LSD atiborrado de Jung que, quizás, rigió los casuales encuentros de Jodorowsky con tantas celebridades que no le pusieron trabas a aceptar trabajar con él.

Todos, salvo Hollywood.

Quizás fueran las 12 horas de película, lo exorbitado de los gastos o, simplemente, que era una gran visión, cuando lo que los estudios querían eran pequeñas películas:,al final, no pudo ser.

Pero las leyendas nunca mueren.




Al contrario

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