viernes, 30 de enero de 2015

A la primera edición de Trilce



Astutas tapas de cartón ajado
penitenciariamente de 22 a LXXVII veces tipografiadas
bajo la aparente debilidad del libro pobre,
fragilizado escondes, en nieblas de tinta apenas manchadas,
el verso que no cae amortajado:
ese que toda memoria resucita para el  hombre.


A Vallejo inyectaste inmortalidad, 
tú, editor ciego,
que de entre todas las joyas de Trujillo y Lima
al papel hiciste del firmamento remedo
de lo que ha llegado con don de ubicuidad:
el eterno poder de la rima


Y aunque lacerada, tu impresión queda queda,
redimiendo sus fracasos el canto ex nunc de los relatores.
Limpiado por esos versos que sin veda,
tanto aldeana como  negro heraldo plasman en sus canciones,
y a toda una generación azarea.


Ánimas, silvas, madre, doncellez...
palabras reiteradas hasta la saciedad,
hermanas de palabras inventadas, 
fugaces como estrellas de única verdad
empecinadas a no marchar una vez nacidas, libres ya:


Grittttos chanceantes apañuscando el panopticonizado alma,
torciendo la grosera lógica más fría,
llenándola de imágenes ajenas a esta tierra baldía;
de lo amniótico, de lo placentario,  todavía vana.


Palabras no violadas, sino convencidamente prestadas
por glosarios ya aburridos de golpes,
parciales a toda caricia de quien desciende a esas aguas
para bucear en apnea líquida de léxicos maravillosos por deformes:


Enjutarostra y quijaruda de mojamas momiescas
Vigorizada, curiosa ante la intromisión peruana
de quien da nueva vida a la palabra mundana
y en el momento del memento mueve las masas dóciles, casi simiescas.


Eles quelonias, enes narvalescas y nautiloideas
brecheando el bargueño del Bundercamer arriba y abajo.
Ritmos de algoritmo en silvas perversas
Con cadenas rotas a fuer de aldabonazo.


Que pena que Vallejo, rota el alma de llorar
No llegara a conocer, por jovenecias de solemnidad,
Nuevas palabras que se podrian doblar
aun más que la maga ante la Rocamadouresca virilidad:


Cuántico
Algoritmo
Sinergia
Merchan
Hilo dental (para las encías de los difuntos)


Lo que hubiera podido imaginar
 con tan inhumanables palabras.
Pero afila la muerte sus toscas guadañas,
que solo la carne, no el papel puede afilar.


Amanece nevando en el Trópico.
La mañana, manchada del amor de la noche pasada
no quiere lavarse la cara: porque ayer nevó, y no volverá ese milagro anecdótico
a sembrar en su suelo otra semilla congelada .


Y proféticamente, en el 75 detectó que estábamos muertos los vivos de entonces
(Pero renacimos).
Y cerró su libro con la fuerza del Dios  que sobrevivió a Herodes
Dando por bien terminados de versos los mejores racimos.



(Canta tus ritmos, no tu ira)

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