jueves, 14 de junio de 2018
La valentía, de Sanzol
No comprendemos a Sanzol.
Sanzol es un crisol de conocimientos que, debidamente agitados en esa cabeza que tiene, vomitan obras maestras. A la vez, es un creador cuyas vivencias y estados de ánimo utiliza magistralmente para crear, logrando pervivir en el tiempo sobreviviendo, con toda seguridad, a la parca última con la complicidad de ese Robin Goodfellow que tanto ama. Así,la pérdida de sus seres queridos, las crisis existenciales... hasta la necesidad de descansar mentalmente las plasma en obras que resultan joyas. Este último me parece que ha sido el caso con la Valentía.
Hay espectadores que pensaban que asistían al Sanzol de la Respiración, máxime dado el tema (los fantasmas de dos hermanas), y se encontraron con un académico enredo salido de las tripas de la editorial Bruguera más setentera posible. Me imagino a Sanzol, necesitado de descanso, volviendo a la casa de campo de su niñez -probablemente cerca de una carretera- y metiéndose en la misma cama de cuando era niño. Ahí, en la estantería trufada de pegatinas de Naranjito, Caribbean o Samantha Fox, la columna de Mortadelos Especiales, Olés, Sacarinos, TDT.... No me cuesta verlo zambulléndose en las historias de Ibañez, de Vazquez, Raf, Escobar... sobre todo, en Mortadelo y Filemon, Zipi y Zape, las hermanas Gilda y la mítica "fantasmas de alquiler", esa compañía que alquilaba fantasmas para dar sustos a inquilinos molestos, gamberros, vecinos ruidosos o plagas destructoras de cultivos.
Porque ahí está la valentía: las hermanas Gilda, peleándose y amándose a la vez; Mortadelo y Filemon (o tambien Pepe Gotera y Otilio), con las mismas ropas a lo Zipi y Zape, repitiendo chapuza tras chapuza; la rent-a-ghost Ltd. de Reg Parlett ... incluso el Mac Latha de Sir Tim O'Theo, todos respiran esa valentía de Sanzol que, a la sazón, es triple: la Valentía de esa solución definitiva silenciosamente pergeñada por la hermana; la del elenco de influencias de una niñez no del todo perdida y, en fin, la de un director que, como Alfredo Sanzol, se ve capaz de pergeñar tragedia y comedia.
Con el mismo éxito abrumador.
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