God's will
-God wills-
Man's will
-man wills-
The Universe's will
-The Universe wills-
Storms ravage logical dreams
and tears freely fall from the eyes of wise men
compulsions to break free
tied by the last shreds of ancient moralities
Rare jewels, stolen from the caves of rational irrationality
can never touch me
or those who made the oath to surround me,
thus, protecting me.
The beauty of strangely knit notes
playing, and remembering Bach's wet dreams of the future
Dead headless corpses
dance weird notes on Thermidor,
manipulated as dolls by the guardians of Revolution
The Guardians of Robespierre,
The Guardians of Iranian Faith
The Guardians of the Holy places, ready to die at Hatym,
at Teheran,
at Tiannamen square,
at the hands of the righteous.
The world, is it just this?
Are we all that is?
Are we all?
Are we?
jueves, 25 de junio de 2009
miércoles, 24 de junio de 2009
Rigoletto
Leo Nucci, impagable. El mejor Rigoletto que veré jamás, capaz de eclipsar al Duque de Mantua y a una Gilda que hacía con la voz lo que quería. Lujo, para una historia triste contada por italianos, los verdaderos reyes de la ópera. La ópera no está para contar verdades, ni para transmitir todo el drama de la verdad. Está para entretener con la belleza, para cogernos de la mano, hacernos ingrávidos y llevarnos a un mundo de armonía donde nuestra realidad nos da dos (o cuatro: maldito Tannhäuser) horas de respiro, donde el bien y el mal de fuera se convierten en un divertimento que distrae y nos hace recordar que ante todo, hemos de buscar la belleza. Ojalá hubiera más óperas, y más gente se animara a intentar amarla, porque se te mete en el corazón, quieras o no quieras, y un buen día, uno de esos días difíciles, te sorprendes muriéndote por esconderte en el Venusberg, en las calles de Sevilla o junto a Norma, sentadito en tu butaca y, simplemente, dejándote llevar. Trecet se despedía en su programa con una frase: "buscad la belleza. Es lo úncio que importa", y en días como hoy me doy cuenta de la verdad de la frase. La belleza nos reequilibra, nos centra, nos absorbe sin consumirnos o alienarnos, y se convierte en el único jardín secreto en que lo único que deseamos es seguir allí para siempre.
La belleza de una sonrisa,
de un perfecto beso en la mejilla,
de una balada pegadiza,
de una voz que no puedes ignorar,
de la luz de Sevilla en marzo,
de la convicción de que, al fin, puedes dejarte llevar por el amor,
del abrazo de quien te hace sentir seguro
de los reencuentros
de los finales felices en que todo cae en su sitio,
de los escenarios de cuento
de las dificultades solventadas
del final de Blade runner, el cielo sobre Berlin, el Séptimo sello o la mejor juventud
de una mirada limpia y curiosa
(y por ello, que nunca envejece)
del Taj Mahal, la Alhambra,el perito Moreno e Iguazú
de un banco de peces plateados a tu alrederor a 20 metros de profundidad
de, a veces, no sentir
(o de que te invada la placidez)
de los sueños de príncipes y princesas
(y de pensar que, todavía, se pueden cumplir)
de la realidad que conspira contigo para que todo salga bien
de los amigos que siguen ahí
(o de los amigos, que siguen ahí)
de quien sea que me esté esperando
del blanco
del amor que, confiado, se da a una persona sin dudas, sin límites
de la idea de Dios
de que viviremos para siempre
o de que, al menos, no nos enteraremos de que ya no estamos.
La belleza de una sonrisa,
de un perfecto beso en la mejilla,
de una balada pegadiza,
de una voz que no puedes ignorar,
de la luz de Sevilla en marzo,
de la convicción de que, al fin, puedes dejarte llevar por el amor,
del abrazo de quien te hace sentir seguro
de los reencuentros
de los finales felices en que todo cae en su sitio,
de los escenarios de cuento
de las dificultades solventadas
del final de Blade runner, el cielo sobre Berlin, el Séptimo sello o la mejor juventud
de una mirada limpia y curiosa
(y por ello, que nunca envejece)
del Taj Mahal, la Alhambra,el perito Moreno e Iguazú
de un banco de peces plateados a tu alrederor a 20 metros de profundidad
de, a veces, no sentir
(o de que te invada la placidez)
de los sueños de príncipes y princesas
(y de pensar que, todavía, se pueden cumplir)
de la realidad que conspira contigo para que todo salga bien
de los amigos que siguen ahí
(o de los amigos, que siguen ahí)
de quien sea que me esté esperando
del blanco
del amor que, confiado, se da a una persona sin dudas, sin límites
de la idea de Dios
de que viviremos para siempre
o de que, al menos, no nos enteraremos de que ya no estamos.
martes, 16 de junio de 2009
El sueño de Alexandría (The fall).
Tarsem por aquí, Tarsem por allá... Si le añadimos dos monstruos como Fincher y Spike Jonze con ansias de producción onanistas, sale una película así. Los escenarios, increíbles; la puesta en escena, brutal; el color, el vestuario, las simetrías que forman la belleza... omnipresentes a lo largo de toda una película que no es una película, sino una sucesión de cuadros prerrafaelistas, de reflexiones de Wyeth, de sueños simbolistas, de mil colores soñados y mezclados (o no) por Pollock, Rothko, Twombly o Dave McKean. Curiosas las similitudes subconscientes con otra película especial como "the fountain" (la fuente de la vida), en que Rachel Weisz y, sobre todo, Hugh Jackman, extrañamente lo bordan. Pretendidamente basada, a su vez, en otra película, Yo Ho Ho de Zako Heskija, que tendré que intentar localizar para concluir si sí, o si no. Por favor, no hagan caso al aparente dinamismo que muestran sendos trailers. Ambas películas son para degustar con tranquilidad, disfrutando de los colores, los escenarios y los paisajes. De todo punto aconsejables, buenas para delimitar la verdadera naturaleza del acompañante-acompañanta. Si bien éstos suelen ir avisados (y por ende, preparados) a pelis como "el séptimo sello", "los siete samurais" o "el cielo sobre Berlín", estas dos maravillas visuales pillan por sorpresa y descubren facetas que, quizás, no queríamos aceptar: de ellos y, desgraciadamente, nuestras. A disfrutarlas
miércoles, 10 de junio de 2009
... Y hoy, de todos los días, lo he encontrado. El único cartel en que, en vez de exaltar la partida, lo que se exalta es precisamente lo contrario: la vida. Del mismo modo que lo que queda en la retina es la partida de ajedrez, y no las fresas con la leche degustadas en paz, alrededor de una familia
Los pájaros seguirán cantando
Quizás es verdad eso de que ven el alma cuando sube al cielo, y la saludan. En todo caso, nada cambia nunca. Cambiamos nosotros al subir y bajar del escenario y, luego, al faltar. Pero todo sigue. Y eso no es algo cruel, ni rencoroso, ni vengativo. El mundo simplemente hace lo que lleva haciendo desde que nació, él también, a su manera: seguir intentando vivir, mirar hacia adelante y, quizás, detenerse un nanosegundo, tan imperceptible para nosotros como son los milenios para las rocas, para comprobar que el presente sigue su fluir y no se para más de lo debido. Esta madrugada, de noche cerrada, los pájaros dormían en la Cabrera. Cuando todo estuvo hecho y pudimos volver a Madrid, abrimos la puerta de la casona y diez, quince, cien pájaros no podían dejar de cantar. Porque la vida sigue, nos sobrevive a todos, y no es que no importemos: simplemente pasamos a formar parte de algo aún más grande, eterno, infinito. Y puede que sea precisamente esa eternidad la que celebran los pájaros. Es la propia luz, la idea de que la vida sigue y es buena la que nos reconforta, por mucho que no comprendamos qué hace una sonrisa en medio de un día de pérdida. Quizás no perdamos, sino que ganemos.
martes, 9 de junio de 2009
Juan Diego Flórez cantando la donna è mobile
Perú, a mí, me ha dado cuatro cosas excepcionales: el Pisco, Vargas Llosa, Carlos el forense y Juan Diego Flórez. Este último regaló el otro día a la ciudad de Madrid un emotivo ¿y espontáneo? recital que en breve disfrutaré, pues me toca Rigoletto el domingo 21, con el mejor plantel: es lo bueno del abono, las casualidades y la inspiración de Don José of the Mata, que propició el que yo estuviera en el lugar adecuado, en el momento adecuado, y con el mecenas adecuado (mi pobre hermano) para proporcionarme, en una suerte de precario sine die, los 609 euros del abono (tradicional, ojo, no esa nueva invención del anual no renovable tan marketiniana: lo siento, Maestro C...íades). En fin, que disfruteis de la "despreocupada canción" más cantada por Don Pantuflo Zapatilla y que todos los niños conocíamos gracias a los tebeos del sin par Escobar, ajenos, por inocentes y jóvenes, a la verdadera naturaleza de pedazo dramón en que estaba incardinada dicha pieza, y al carácter, cuando menos golfete por no decir cabrón, de ese megamalo de Duque de Mantua
L
L
Vuelta a volver
Tras... ¿más de un mes? sin escribir, vuelvo. Y como siempre pongo excusas sobre por qué he dejado de escribir, hoy no lo haré, aunque la espontaneidad pudiera jugarme una mala pasada al respecto. Sigo sin Internet en los sitios en que moro, razón que se añade a las otras, y el trabajo es sagrado, así que no abundaré, tampoco, en los motivos técnicos, para poder retomar mis funciones a la mayor brevedad. Lo cierto es que la proximidad temporal de los Prehimalayas, la Feria del Libro, los amigos reencontrados (que compensan a los no-amigos que se cayeron definitivamente), la dulzura de ciertos rostros, las satisfacciones laborales y el ver cómo los viejso están cogiendole el gustillo a las escapadas de fin de semana constituyen razón más que suficiente para superar la ausencia de ADSL y, furtivamente, ir poniendo cosillas de nuevo. Gracias a los que me habeis recordado que esto se había parado, y os regalo, en el post que sigue, una pequeña maravilla inspirada por cierta mejicana excepcional (la otra mejicana excepcional, desgraciadamente, desapareció, aunque espero que no definitivamente: en la memoria, sigue).
Gracias por todo a todos
Gracias por todo a todos
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