lunes, 20 de julio de 2009

He vuelto a la India

Esta noche, aun agotado, he vuelto a Benarés. Y la India me ha contado que me espera: entre los pliegues de su estómago abultado por un hambre insaciable, me ha dicho que espera volver a verme. Que me dejará volver a irme, pero que tengo que volver.
No he tenido miedo, pero sí me pregunto qué querrá de mí.

Tu corazón de poder

Tu corazón late
y, aunque no lo oigo,
siento su fuerza a través de las costuras de tu escudo.
Tu fuerza,
la fuerza de las amazonas olvidadas,
de las matriarcas en quienes todos confiaban
de las madres de todos
de quienes todo arreglaban
de quienes cuidaban de un mundo que las perfumaba con inciensos.
Y ni siquiera noté que te apagaras
un día
de tristeza
de impotencia
de olvido
de soledad absoluta e inabarcable.
Y ni siquiera puedo llorarte
por miedo a que no estés para consolarme:
ni desde aquí,
ni desde el cielo
ni desde tu propia memoria

sábado, 11 de julio de 2009

La India, de nuevo (V). Varanasi



Manikarnika Ghat, el Ghat de las incineraciones, que se suceden día y noche. Y el humo no deja de salir.

Cito a Santa Lonely Planet: "el río está tan contaminado a su paso por Varanasi que el agua es séptica: no contiene oxígeno. Las estadísticas van empeorando. Según las muestras extraídas, el agua contiene 1,5 millones de bacterias coliformes fecales por cada 100 mililitros de agua. En un agua segura para el baño esta cifra debería ser inferior a 500". Aún así sigue siendo la gran madre de todos los habitantes del antiguo Benarés, sigue siendo el gran Ganga. A lo largo de los distintos Ghats se ve cómo se desenvuelve la vida y, muy en especial, la muerte. el Manikarnika Ghat está abarrotado de moribundos que esperan su final en los edificios llenos de distintas maderas, porque saben que ser incinerados a las orillas del Ganges implica la Moksa, la liberación del ciclo de reencarnaciones.

miércoles, 8 de julio de 2009

La India de nuevo (IV) St. Paul's Cathedral

Estaba encima de la sacristía, cerquita de las vidrieras de Burne-Jones. Lo que te encuentras viajando.

La India, de nuevo (III). Calcuta


El puente Howrah, el más transitado del mundo. El espectáculo de cruzarlo de noche hasta la estación de trenes sobrecoge por más de una razón
Al lado del templo de Kali la madre Teresa estuvo décadas al lado de todos los que morían sin nadie, de quienes no tenían lo mas importante: quien les llorara. Hoy hay más ricos que pobres en esa situación. En todo caso, despues de haber estado allí y oidas todas las críticas, hay que reconocer que hay que tener cojones (consultar la palabra en el diccionario de la RAE)para hacer lo que hizo.
El Marble Palace, el capricho anacrónico de un príncipe que acumuló arte que, ahora, descansa sin orden bajo kilos de terciopelo viejo, polvo y cuervos
Los antiguos símbolos de la grandeza del imperio se han convertido en ruinas de lo que fue y nunca podrá volver a ser. Pobre Calcuta, que te quedaste lo que no supiste cuidar

Nunca pensé que agradecería tanto el que José haya venido conmigo. Calcuta superó lo que esperaba, y dudo que haya sido por el agotamiento emocional. 15 millones de personas en plena época de monzón, concentradas en una ciudad de vestigios más que decadentes de la ocupación británica. 15 millones de almas, gran parte en la miseria, cobijadas en edificios coloniales que se están cayendo a pedazos, pedazos que son trozos de mosaicos, de enrejado, de letreros que reservan la entrada sólo a socios.
Calcuta huele como ninguna otra ciudad:
la humedad,
el despiadado calor
las partículas en suspensión que te ennegrecen, por fuera y por dentro
la basura fermentada amontonada en montañas al lado de las casas
las pocas cloacas
ninguna cloaca
la comida en la calle
los animales en la calle
la falta de agua
el sudor de días
las especias
el humo
el incienso votivo
el sándalo

Calcuta nos supera a los occidentales. Nos vence saturándonos de información sensorial imposible de procesar para los acostumbrados a percibir demasiados grises, acostumbrados a una moderación prudente que, a veces, nos aliena y nos deja incapaces de otra cosa que de asentir. La mezcla de tráfico, las mareas humanas, los sabores, las masas... pueden con cualquiera que no haya nacido a la orilla del Hooghly.

lunes, 6 de julio de 2009

La India, de nuevo (II) Mondichorri (Indi), o de lo que le ocurrió a la Indira y demás sucesos que se relatarán

La Historia es mucho más sencilla de lo que se nos pretende hacer creer. Lo que ocurre es que si se nos cuentan los verdaderos porqués de las cosas tal y como realmente son, se corre el riesgo de que nos demos cuenta de que somos capaces de analizar los sucesos históricos críticamente y formarnos una opinión propia, sin precisar de gurús, analistas, periodistas y demás profesionales de la sociología, psicología, economía y demás ías. Ah, y de paso, nos daríamos cuenta de lo ridídulamente iguales que somos todos, no solo en el excusado y en el catre, sino también en lo que respecta a nuestras decisiones. Los motores de la Historia son los motores de los líderes ante las diversas coyunturas que se les plantean, y los motores de los líderes son exactamente los mismos que los de cada uno de nosotros, pero con mayores consecuencias. Veamos tres ejemplos de sencillez histórica que se quiso hiperanalizar para vendernos diversas motos, todas de poca cilindrada pero bien tuneadas:
a) La muerte de Indira Gandhi: La madre de la patria India aborta la rebelión de los Sikhs pasando a sangre y fuego a más de 400 "héroes espirituales" refugiados en el templo de oro de Amritsar -santuario sagrado de los sikhs-, y no repara en que la crema de su guardia personal, encargada de su seguridad, era precisamente de esta etnia/credo/región. Poco tiempo después, es asesinada por dos miembros de su guardia personal, casualmente Sikhs.
b)La neurosis India con Pakistán: es increíble la que hay montada entre India y Pakistán. Que si los dos vamos a ser nucleares para echarnos el ojo y vigilarnos, que si mis guardias fronterizos levantan la pata más que los tuyos en los cambios de la Guardia, que si las palizas que te meto al Criket... Así, así, llevan gastados miles de millones en un conflicto que, creo yo, nunca estallará porque, lo cierto, es que estos son como el Madrid y el Atleti: sus gobernantes necesitan el conflicto para no afrontar la pobreza, desestructuración, corrupción y falta de ideas subyacentes. Y luego vas a la mezquita de Jama Masjid, en pleno centro de Delhi, y te adentras en el Chadni Chouk (Chouk=Zouk=Zoco) y la leche, te crees que estás en Fez o Marrakesh. Aquí pasa lo que con los espías chinos. ¿Para qué se necesitan, cuando en todas -todas- las grandes metrópolis mundiales -mundiales- hay pequeños Pekines?. A fecha de hoy, y según datos de la ONU, hay más de 140 millones de musulmanes en la India, id est, casi el 20% de la población. Pakistán, estado confesionalmente musulmán, no creo que necesite mover un dedo para hacerse con el control de facto del país vecino.
c)La "sifilización" española en Sudamérica y lo bien que los WASPS trataron a las diversas razas Indias: Voy a cualquier país de Centro y Sudamérica y me encuentro con que la mayoría de la población es mestiza, y con que casi todos los padres de las distintas patrias son criollos que se pisparon de por qué tenían que repartir la chicha con la metrópolis, con lo lejos que está eso. Voy a cualquier país norteamericano (que no sea Méjico) y veo que no encuentro a un sólo descendiente de Sioux, Arapahoe, Navajo... y que los pocos que quedan, o siguen de facto en reservas, o trabajan en el cine o dirigen algún que otro casino. Los españoles ya tenemos suficiente con aprender de nuestros errores como para que nos prediquen quienes debieran dejar de mirarse el ombligo
En fin, que las cosas son más fáciles de lo que nos las quieren poner, leche.
Ah, rendición de cuentas del día: tumba de Humayún -impresionante-; comida tan impresionante o más en "Moti Mahal", donde degustamos el pollo a la salsa de mantequilla y el Mouton Rara; tarde en la Jama Masjid, mezquita impresionante al lado del Fuerte Rojo -que cierra los lunes, inteligentes de nosotros- y, por último, compritas en el Chadni Chouk, básicamente algo de plata -espero-, cosas musulmanas más baratas que en Madrid o Marruecos, y lo más de lo más: pendientes tipo navaja con pin, a su vez, tipo boli: Toni Manero, muérete de envidia.

domingo, 5 de julio de 2009

La India, de nuevo (I) Sikkim

Para llegar hasta Gangtok hay que tomar el avión hasta Bagdogra. Una vez allí, son 121 Kms que se suelen hacer en unas 4 horas (las del Tannhaüser). Nosotros tardamos seis, porque los corrimientos de tierras provocados por los monzones habían obstruido la "autovía" y tuvimos que desviarnos por Darjeeling. Uno de los mejores paisajes que he visto en mi vida, donde las plantaciones de té, los bambús de diámetros inimaginados, la niebla que sube y baja en un minuto y los caudales monstruosos se quedan, por siempre, en la retina
Gumpa (monasterio budista) de Enchei. Esta religión es la dominante en la zona y evidencia el control social de la población. Una maravilla presenciar la oración de las 9:00 y ser los únicos europeos en el monasterio. Costó llegar, releche, pero la experiencia valió la pena
Lago Tshangu, a más de 4.000 metros de altitud. Es, quizás, la última belleza impropiamente India previa a la frontera con China. Para llegar se precisa un salvoconducto tipo prerrevolucionario de los que creía que ya no existían. Me equivoqué, como tantas veces
Gangtok. La película "horizontes perdidos" se debió basar en esta ciudad donde no hay extranjeros y donde llegar ya es, en sí, el viaje de que hablaba Kavafis. Exenta de impuestos, aislada entre montañas y dudando de a quién pertenece, no hay comparación entre esta ciudad intocada y un Nepal que cada vez se parece más a Benidorm
Destacamento fronterizo de Nathula, línea fronteriza con China. Las autoridades indias, sabe Dios por qué, no permiten que los extranjeros se adentren en la zona, limitando el paso desde el lago Tshangu y sembrándolo de minas, como anuncian los carteles de los varios outposts.
Los niños de la frontera no son viejos. Tampoco han envejecido pronto. Simplemente, nunca tuvieron edad. Nacen con la misma expresión que tienen sus padres, sus abuelos, los ancestros de las fotos ajadas que se adivinan a través de las ventanas de sus casas. Tienen la expresión que debe tener la Historia. Y la Historia, como ellos, a veces sonríe, a veces contempla y, a veces, simplemente devuelve la mirada, ajena, para demostrar que está por encima de nosotros. Estos niños son libros que nacen ya escritos e impresos, pero que nunca serán leidos por nadie, porque nacen condenados a ser guardados, sin leer, en una zona tapiada de una librería olvidada de un puesto fronterizo del Himalaya. Y nosotros podremos volar miles de Kms., pero estos libros no los podremos leer. Puede que ni ellos puedan llegar a leer su propia historia, porque les cierren las tapas de golpe, antes incluso de que aprendan a leer cómo se llaman.

La India, de nuevo: prefacio. Los niños

Acabo de venir de la región de Sikkim, zona de los prehimalayas teóricamente integrada en la India, pero que China nunca ha reconocido ni reconocerá: ya veremos qué pasa cuando la unica actual potencia tenga un momento de ocio y recuerde su existencia. Esta coyuntura, como se verá en el siguiente post, ha propiciado que en la zona concurra una de las mezclas más ricas del planeta, desde todos los puntos de vista: racial (con una población físicamente oriental), económica (zona sin impuestos donde el alcohol corre libremente), religiosa (el budismo es la religión más seguida), orográfica (ríete tú de Pelayo y las montañas de Covadonga)... y me ha dado un montón de experiencias que, desgraciadamente, pasaron a ser memorias en cuanto ocurrieron. Una de ellas es el rol de los niños: en el trabajo, la familia, la economía y, en interesante medida, la pureza -o no- de la raza. Por ello, puede que en los próximos posts se me cuele alguna foto de algún niño, y no lo siento ni lo sentiré. Estas líneas son, así, un preaviso a aquellos navegantes que, altaneros, prejuzgan a quienes fotografían a niños, y les acusan de forzar sentimientos a través de imágenes, bien demasiado duras, bien demasiado estereotípicas de los inocentes. A estos navegantes les dirijo estas líneas, para decirles que ciertas de estas fotos (no las mías, desde luego) son verdadero arte: si no, que se lo digan a Marga. Y también creo que ciertas de estas fotos -algunas de las que no son arte- sirven para explicar lo que las palabras no llegan a plasmar.
Dicho queda