domingo, 5 de julio de 2009

La India, de nuevo: prefacio. Los niños

Acabo de venir de la región de Sikkim, zona de los prehimalayas teóricamente integrada en la India, pero que China nunca ha reconocido ni reconocerá: ya veremos qué pasa cuando la unica actual potencia tenga un momento de ocio y recuerde su existencia. Esta coyuntura, como se verá en el siguiente post, ha propiciado que en la zona concurra una de las mezclas más ricas del planeta, desde todos los puntos de vista: racial (con una población físicamente oriental), económica (zona sin impuestos donde el alcohol corre libremente), religiosa (el budismo es la religión más seguida), orográfica (ríete tú de Pelayo y las montañas de Covadonga)... y me ha dado un montón de experiencias que, desgraciadamente, pasaron a ser memorias en cuanto ocurrieron. Una de ellas es el rol de los niños: en el trabajo, la familia, la economía y, en interesante medida, la pureza -o no- de la raza. Por ello, puede que en los próximos posts se me cuele alguna foto de algún niño, y no lo siento ni lo sentiré. Estas líneas son, así, un preaviso a aquellos navegantes que, altaneros, prejuzgan a quienes fotografían a niños, y les acusan de forzar sentimientos a través de imágenes, bien demasiado duras, bien demasiado estereotípicas de los inocentes. A estos navegantes les dirijo estas líneas, para decirles que ciertas de estas fotos (no las mías, desde luego) son verdadero arte: si no, que se lo digan a Marga. Y también creo que ciertas de estas fotos -algunas de las que no son arte- sirven para explicar lo que las palabras no llegan a plasmar.
Dicho queda

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