La guerra de las Galaxias en 16 mm

El metraje de 16 mm era el de las películas que ponían en los pequeños cines de barrio, los teatros de los colegios los días de la patrona y los pueblos. De ahí que las películas más populares, además de los fotocromos pegados sobre cartón duro para que resistieran, llevaran adheridas a la maleta diversas pegatinas de la RENFE, ALSA, la Sepulvedana... y los diversos medios por los que se enviaban para que los recogiera el del cine en la estación de destino. Por eso, no se si me gusta más el contenido o el continente, ese maletín antiguo plagado de pegatinas que son historia de una época ya pasada. Y por eso, en cuanto me llegue el proyector Bell&Howell (que coincidirá con cuando lo termine de pagar, más o menos), pienso organizar un visionado privado en casa, con sus sillitas, sus palomitas y ese sonido de celuloide pasándose que oíamos hace tantos años, en los Salesianos, los Franciscanos... las tardes de fiesta, y los veranos en el pueblo.