martes, 29 de noviembre de 2011

Las dos estrellas del Diverxo

Mi corta experiencia en el campo me dice que la primera estrella Michelin se la dan al cocinero; la segunda, al conjunto, y la tercera, al detalle que no tenía por qué estar (la cuarta se concedería a lo sublime y, a partir de la quinta, al honor). El Diverxo ya tiene dos: inmerecidas, porque tendría que tener las tres. Tanto el servicio como la cocina, inmejorables hasta el punto de que no se desarrollan preferencias por quién prefieres que te atienda (cosa de tener al personal contento, satisfecho y partícipe de los éxitos). La cava de vinos, variada y siempre bien provista -no como en otros sitios en que, casualmente, el vino de mejor relación calidad/precio siempre falta y si no, que se lo digan a cierto peruano de Quito-. El número de mesas y comensales, el justo tirando a muy pocos, y la cadencia en cambio de servicios, llenado de bebidas y gestión del pago sin prisa, como deb ser: sin esa sensación de "ve pirándote, que tenemos cosas más importantes que hacer, de los sitios quieroynopuedos que han estado aflorando tanto ultimamente".

No hablo de los platos en concreto, que luego Angela me toma el pelo (excusa fácil porque no es posible hablar de los platos sin haberlos probado). Pena que sean fungibles, y las sensaciones de sabores no puedan pervivir en el paladar. Al menos, quedan en la memoria.

Felicidades a todos: David, Angela, Javier, Manuel, Enzo...

PS.- Saliendo al paso de críticas simpáticas, me ratifico en mi afirmación: David Muñoz puede lograr las estrellas Michelín que quiera. el Diverxo no, pero él, insisto, las que le salgan del Tomahawk. Y si alguien quiere apostar conmigo a que antes de 2 años abren otro local en Tokio, Pekín o Bombay, y que éste último se lleva otras tres estrellas, aquí estoy.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Quieto, vuelo.
No necesito moverme,
ni tomar velocidad,
para destrozarme el cuerpo;
para caer desde la altura hasta lo profundo.
Me basta con mi locura,
con mi caos
con eludir las señales,
haciendo caso omiso
a voces,
a miradas, 
a tristes,
preocupados
murmullos de quienes previeron lo evidente.
Todo hombre se suicida, al menos una vez en la vida.
Solo que no saben que,
o bien sobrevivieron,
o bien estan muertos.

frases de la simpática tripulación de nuestras líneas aereas

Hay tripulantes que envejecen no ya con la aeronave, sino con la aerolínea. Y digo yo: leche, si no te gusta tu trabajo haz otro, pero no la tomes con el pobre -nunca mejor dicho- pasaje de clase turística, que demasiado tenemos ya con aguantar 12 horas apretujados en una aeronave de la edad de la Duquesa de Alba (si no fue la que llevó al niño Jesús a Galilea) y, encima, con una tele para cada 40 personas, que acabamos con los ojos desgañitados.

En fin, que en mi último viaje fui "asistido" (por llamarlo de alguna manera) por dos simpáticos señores/aeromozos que debieron sufrir alguna indigestión o flatulencias de imposible eliminación, porque la última vez que vi dos caras de asco tan brutales fue el día en que rescindieron el contrato a los hermanos Calatrava. Pero recapitulo, que me voy del relato: uno debía ser el hermano sociópata de John Malkovich (le llamaremos JMK) y el otro, la Alegría Baturra de la Huerta (Baturra Joy of the Farm, aka BJF). Y estos dos simpáticos aeromozos, émulos fracasados de los desastres de los pobres Mortadelo y Filemon, creo yo que debían estar pagados por British Airways, porque no dejaban de cosechar todo tipo de parabienes y felicitaciones de todos y cada uno de los pasajeros a su cargo, los cuales, casi al unísono, elevaban vítores ensordecedores a los sacrificios extremos de sus madres, que sin duda, si habían tenido que vender su cuerpo, no era por vicio o fornicio, sino por alejarse con causa justificada de zoquetes tales.

La primera, en la frente: no debio gustarles cómo el pasaje había guardado las maletas, que los traviesos aeromozos, sin duda atacados por el hastío, se dedicaron a cambiar de lugar practicamente todas las maletas. Tras lo cual, cómo no, la hora de la comida fue una maravilla: había que pedirles pasta si querías que te dieran ternera, y ternera si deseabas pasta: si no, la cagabas. Con la bebida, lo mismo: a mí (tonto yo), me dio por pedirles una botellica de cava -petición típica del flying catetou, pero qué le vamos a hacer-, y... para qué te cuento, que aún hoy la estoy esperando. Eso sí, fueron afectuosos conmigo a la manera de las viriles tribus bárbaras que asolaron España hace siglos, pues para quitarme los restos de la comida, casi dejan a mi madre sin hijo a leches.

Tras lo cual (dejaremos lo del café y té aparte, previsible de todo punto) se procedió a la venta Duty Free... y oiga, qué grandes mercaderes y cuántas cosicas tenían que, por no agacharse los jodíos a buscar el producto, decían que se les había agotado todo (hasta el Chivas, no obstante el ostentoso botellón que adornaba, cual mascarón, la proa del carrito de marras...)

Y del servicio de entretenimiento a bordo, en fin... la única película que ponen en doce horas y la jodida va, y ni se oye. Y cuidadín con tocar el botoncico de ayuda: al quinto bocinazo del decimosexto pasajero de la clase MDH (MuertosdeHambre, a ojos de los mentados dinámicos y profesionales azafatos de las narices), van los tíos con dos huevos y pronuncian, apodípticamente, la frase: "se ha ordenado resetear, debería funcionar": mal rollo, porque eso de resetear el avion en pleno vuelo, a mí no me acabó de convencer. Menos mal que a) al final confesaron que eso era cosa de todos los pasajeros que habían pasado antes, y que no era culpa de ellos -querubines míos-, y b) la película era "el surgir del planeta de lso simios", y como los susodichos simios todavía no hablaban, cada uno debió hacerse su propia película.

... Así, hasta Quito. Eso sí, hay que decir que eran muy, pero que muy democráticos y buena gente, pues ¿no voy yo, cretino de mí, y se me ocurre acercarme a la clase business a saludar a un amigo? .... ¿No me atrevo a cometer el pecado de pecados de traspasar las cortinas plisadas marrones, símbolo plisado marrón de la diferencia -también plisada y marrón- entre los Elegidos y el plain village (pueblo llano)..., y ¿no van ellos y en lugar de colgarme boca abajo de las gónadas -merecidamente- , se limitán meramente a echarme un broncazo por haber traspasado el umbral entre la hediondez y la charme?. En ese momento mis ojos, llenos de lágrimas de gratitud ante la magnanimidad espontaneamente desplegada por ese azafato generoso, hijo de la grandísima eficiencia aerea, que no dudó en perdonar mi hedionda vida, mis ojos (prosigo) no podían ver. Y creo yo que debía ser por las lágrimas de gratitud, y no por los esfuerzos desplegados al intentar ver al puto mono en la minitele a 10 metros de distancia -el mono mudo, recordemos-, ni tampoco por la resequedad ambiente, que ni un vaso de agua nos dieron Malkovichito y Alegredelahuerta. No: si no podía ver, era por la generosidad desplegada por estos profesionales tan majos, emanación indudable de la eficiencia y gusto por las cosas bien hechas que siempre ha impregnado el espíritu del macho español...

El próximo viaje, en Lan Ecuador: ya pueden echarme un galgo los de Iberia. No pidas a quien pidió, ni sirvas a quien sirvió.

D.

PS.- A más que procedente excitación de terceros, hago constar expresamente que el simpático aeromozo que me mandó a tomar por donde aventan los pepinos por mancillar la clase business no solo recibió un requiebro mío, sino un pedazo broncazo de padre y muy señor mío por parte de mi amigo, quien a) suele volar en turista, y b) perdió el pobre su ius coporum gratuitorum, postre y el respeto de su compañero de fila como consecuencia del escándalo que montó al pobre aeromozo, que no hacía sino cumplir su trabajo cual portero ucraniano de discoteca chunga, de esos que te cascan si subes a los reservados.
Gracias, G., y gracias por enseñarme que con la clase se nace y nunca, nunca se pierde.

El yogur de Villaviciosa

Hay cosas que saben a recuerdos. Las hay que saben a amistad, a invierno frente a la chimenea de casa de los abuelos, a cocina de Asturias, a voces que se apagaron hace tiempo... esta, sabe a verano de piscina en Villaviciosa, al lado del flotador y con una edad en que no era todo más fácil, pero sí más seguro. el día que encuentre un envoltorio de Tronkito con siquiera el más mínimo resquicio memorístico de olor a chocolate...

lunes, 14 de noviembre de 2011

Ecuador (ter): de categorías jurídicas, realismo mágico, helados de Salcedo y Suizos maravillosamente locos

catarata del Pailón del Diablo (Baños, Ecuador)




Amazonía, pura y dura, junto a la Casa del Suizo


La Sávila, bebida que se toma en dos partes: una primera, consistente en una bebida de hierbas con propiedades bien antiinflamatorias (amargo) bien digestivas, y una segunda, en que se bebe aloe puro -en la foto- mezclado con polen, reconstituyente y melaza: sienta de libro, y si no, que se lo pregunten a S.


Los famosos helados de Salcedo, entre Llatacunga y Ambato


la basílica, de estilo neogótico y gárgolas que representan fauna endémica ecuatoriana



Esta vez, en el tiempo libre que logramos negociar a la Universidad, tocó la Amazonía. De Ambato a Baños, de Baños al Puyo, del Puyo al Tena, Napo... y así, en dirección al Coca, remontando el Pastaza en su camino a unirse al Amazonas. Visitamos la casa del Suizo -un alma grande que recogía los restos de las grandes obras de las petroleras para hacer puentes a los indígenas- y, entre medias,

canelazos entre pasillos y Sanjuanitos,
helados de Salcedo de vuelta a Quito,
colada morada con pan del Pinllo, último recuerdo del día de difuntos
historias de los tres Juanes,
frases míticas
Pilseners con Llapingacho
Astrid y Gastón (Daniela, la tercera en discordia, no llegó)
secos de chivo en lugar del Chontacuro
cuero de Quisapincha y camisetas falsas del equipo nacional ecuatoriano (para ver debidamente el encuentro con Perú)

Patsy -comme un appel-


A veces han de pasar décadas hasta que logramos poner nombre a los recuerdos. Hoy, tras 25 años, encontré, al fin, aquel rumor cuya armonía solo llegaba a oir claramente al final de la noche. Pero un día, luchando contra el fin de un buen sueño, rescaté del olvido una sola frase: "il emporte mes rêves". Y a través de ella, lo encontré. Y tras volverla a escuchar, me doy cuenta de que bastaría con quedarse en los dos primeros minutos. Pero esos dos minutos, previos a uno de tantos estribillos ochenteros escuchados por un adolescente más, podría escucharlos hasta siempre, como estoy haciendo ahora, con esa insistencia loca que logra revivir, solo en el perfecto delirio de toda noche de forzada lucha contra la vigilia, a Jeanmi, Monique, Thierry, Christophe, la Maison du Quartier, la escalada con Jose y Pepín, los bocadillos con Celine, Helene, Cyrile, Aurelie. La Bernerie en Retz, Pépé y Mémé, Renaud,partenaire particulaire, Mylene Farmer, las latas de ravioli relleno, los tebeos en francés. El olor del plástico de las primeras Nike, compradas en Oxford Street...

Pero de estos recuerdos, solo sabe José

Un oiseau plane tout là-haut dans le ciel,
il emporte mes rêves,
le vent se prend dans ses ailes.

Les gouttes de pluie,
qui tombent de feuille en feuille,
caressent les arbres d'où s'échappe un cri.
C'est comme un appel, un signal,
une raison tropicale
pour mon âme de céder au voyage idéal.

Oh, c'est comme un appel, «jungle dream»,
une douce sensation dont je suis victime.
C'est comme une révolte, «jungle dream»,
d'un sentiment qu'on réprime.
C'est comme un appel, «jungle dream»,
l'envie de voler par-dessus les cimes.
J'ai comme l'illusion d'être la victime,
vertige du secret à dire.

Le vent tiède souffle dans ses cheveux,
oh il caresse ma peau,
j'ai le vertige de ses yeux bleus.

Il y'a tant d'amour au fond de mon âme
qu'elle s'envole vers celui qui réclame.
Et par delà les fleurs, par-dessus les forêts,
l'oiseau fou m'entraîne
vers le monde qui me plaît.

Oh, oh, c'est comme un appel, «jungle dream»,
une douce sensation dont je suis victime.
C'est comme une révolte, «jungle dream»,
d'un sentiment qu'on réprime.
C'est comme un appel, «jungle dream»,
l'envie de voler par-dessus les cimes.
J'ai comme l'illusion d'être la victime,
vertige du secret à dire.
C'est comme un appel, «jungle dream»,
une douce sensation, oh dont je suis victime.
C'est comme une révolte, «jungle dream»,
d'un sentiment qu'on réprime.
C'est comme un appel, «jungle dream»,
l'envie de voler par-dessus les cimes.
J'ai comme l'illusion d'être la victime,
vertige du secret à dire.