lunes, 29 de septiembre de 2014

The Twilight Zone

The twilight zone es a la Ciencia-ficción lo que las 1.001 noches a la literatura, que una vez leídas, pocas ideas verdaderamente originales se pueden ya encontrar. Parafraseando al gran D'Ors, lo que no es tradición, es plagio. Pues bien, la tradición, en el campo de la Sci-Fi y los finales inesperados, es la twilight zone - la clásica, la de glorioso blanco y negro, ojo-. Si a ello añadimos el placer de ver los primeros pasos en las ondas de Robert Redford haciendo de amable muerte (bien inspirado, Sr. Gaiman), Robert Duvall como cuarentón a quien su mamá prepara el cacao y mete en la camita (sorry, Wolowitz), Lee Marvin y Lee Van Cleef como vaqueros chulescos (toma spaghetti westerns o ciudades sin nombre, o Dennis Hopper haciendo de Nazi, la experiencia ya se torna mística.

Y tras ver episodios como the Passersby, a short drink from a certain mountain, living doll o tantos otros, el encanto del Sexto Sentido, Benjamin Button o Chucky cuando menos se matiza, diluyendose en la niebla de lo ya visto.

Vean los 156 episodios, pocos de ellos con desperdicio, y comprobarán la triste certeza de las páginas de D'Ors

L.

(Adelantándome al Sr. Atanes: el Dr. Who, otro hito)

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