viernes, 28 de septiembre de 2007

Equilibrio asimétrico

Hace ya un año, tuve que hacer un kit-kat sanitario con uno de mis mejores amigos: seguir a su lado, cumpliendo sus exigencias de intensidad en materia de apoyo emocional, hubiera supuesto acompañarle, no sólo por los caminos del Parque del Retiro, sino por las sendas oscuras de la depresión. En este momento, cuatro buenos amigos están con medicación, y los cuatro por lo mismo: por la imposibilidad de hacer frente a lo que saben que han de hacer, a lo inevitable. Y siguen luchando cada día, aunque saben que la lucha nació perdida y, en un ansia de racionalizar y normalizar lo que nació, espontanea e inevitablemente, con el germen de la autodestrucción, intentan lograr una solución imposible. Al final se metieron en la cama, se pusieron en posición fetal, se cubrieron hasta la cabeza con las sábanas y, sin saberlo (o sabiéndolo), empezaron a autodestruirse. Y ellas no estuvieron ahí, y sus amigos -y sus padres- no les bastamos. y se aferran a la creencia de que sus trabajos, su salud y todo lo bueno que lograron seguirá esperándoles, sin cambios, para cuando se vean capaces de volver al mundo normal, para cuando logren ascender desde el pozo donde están. Es mentira eso de que llega un momento en que no se puede caer más bajo: mientras hay vida, nunca hay una cumbre que no se pueda ascender, pero tampoco hay un fondo que tocar. Quim escribió este cuento para uno de ellos: creo que se nos puede aplicar a muchos, a casi todos, en un momento u otro de nuestras vidas. Gracias, Quim/Juan.


"La plateada motocicleta de Francisco atravesaba la meseta castellana como una bala disparada al corazón del hombre lobo. A principios de agosto, tanto la temperatura como la luminosidad resultaban muy desagradables para la conducción, pero el reencuentro con Carmen tras semanas de distanciamiento sin duda justificaba las molestias. Ella le esperaba en la habitación de un pequeño hotel del casco histórico de Segovia donde pernoctaría durante una semana. La preparación del traslado de unas obras de arte desde la ciudad del acueducto a Ourense – ciudad natal de Carmen, donde ahora ocupaba una plaza en el museo municipal – representaba la excusa perfecta para alejarse unos días de su novio formal y estar con su amante.

Durante los momentos de aquella semana en que ella no debía trabajar, Carmen y Francisco se entregaban el uno al otro con pasión arrebatada, como dos adolescentes que acaban de descubrir los placeres de la carne por primera vez. En contraste, cuando no estaban haciendo el amor, dormían, paseaban y disfrutaban de la oferta cultural y la gastronomía locales con total placidez, la misma que siente un experimentado viajante de comercio al recorrer las conocidas curvas de una carretera que separa dos etapas de su ruta habitual.

Desde que se conocieron un año y medio antes, su relación había pasado por tres etapas. Primero, mientras coincidieron en una empresa de servicios museísticos, fue el flechazo y el juramento de amor eterno. Al cabo de seis meses, cuando ella decidió aceptar el puesto en su ciudad natal, entraron en la fase de desgarramiento. Francisco estaba dispuesto a dejarlo todo atrás, pero Carmen no quiso prescindir de la comodidad que le aportaba el piso recién adquirido junto a su novio formal de los últimos cinco años y el cariño indefinido que éste le garantizaba. Finalmente, desde la pasada primavera y una vez consumado el distanciamiento geográfico, el amor entre Carmen y Francisco se manifestaba en una correspondencia constante y breves encuentros en los que, como en este último, las temperaturas del estío castellano competían en intensidad con el tórrido intercambio de caricias de los amantes.

El penúltimo día de estancia en Segovia, Carmen empezó a sentir remordimientos, no porque le estuviera poniendo los cuernos a su novio formal, sino porque se imaginaba la creciente pena de Francisco al acercarse la hora del nuevo adiós. Así se lo hizo saber a éste, igual que lo había hecho al final de las otras citas fugaces de los últimos meses. En aquellas ocasiones, él había confirmado a su amada que la congoja le invadía. Esta vez, sin embargo, su reacción fue diferente.

-- No te preocupes – dijo Francisco. Pronto volveremos a estar juntos, y experimentaremos nuevamente la felicidad de estos días.

-- Sí – asintió un tanto dubitativa Carmen – seguramente tienes razón. No podemos dejar que pase tanto tiempo como la última vez.

-- Quedémonos con el recuerdo, y disfrutemos del hecho que cada vez falta menos hasta volver a vernos – añadió él.

-- ¿Qué te pasa Francisco? Te noto extraño. En estas situaciones normalmente estás muy triste, igual que yo.

-- Es que he reflexionado y ahora prefiero tomármelo de otra manera. Desde que volviste a Galicia para trabajar en el museo caí en la depresión y sufrí un accidente de moto, debido a la somnolencia causada por los medicamentos que me recetó el psiquiatra. Por culpa de esto perdí mi empleo. Como también sabes, desde entonces me han abandonado mi mejor amigo y la mujer con la que había convivido durante diez años. Ambos me consideran un egoísta y un mentiroso compulsivo, y que si he perdido el equilibrio mental es debido a mi egocentrismo. Sencillamente, había caído en un pozo sin fondo y debía reaccionar. Ahora sé que si pretendo seguir amándote, debo tratar nuestra relación de otro modo, dosificándola. De lo contrario, dudo que sobreviva.

-- O sea – replicó airadamente Carmen – que ahora para ti nuestro amor es como una droga dura. Sólo me tomarás en cantidades limitadas y esporádicas, porque de lo contrario te engancharías y podrías sufrir una sobredosis.

-- De hecho – concluyó Francisco – nuestro amor es puro, y creo que, bajo mi nuevo enfoque, debería resultar inofensivo para la salud. La droga eres tú. Y yo, lo reconozco, soy adicto a ti. No quiero que renuncies a nada. Sigue con tu trabajo a setecientos kilómetros de distancia, sigue viviendo con tu novio formal. Sólo te pido que mantengamos el contacto y nos veamos de vez en cuando.

En la formación de los ecosistemas resulta determinante la manera en que se manifiestan en cada latitud los extremos propios del verano y del invierno, y el modo en que dichos extremos se complementan con las temperaturas y precipitaciones más moderadas del otoño y la primavera. Después de aquel encuentro Francisco y Carmen nunca más volvieron a verse. Él había identificado la causa de su falta de autoestima y los peligros que conllevaba para su salud, pretendiendo ejercer un grado razonable de control sobre ambas variables. Pero su propuesta de reordenación de extremos rompió el frágil equilibrio de su relación con Carmen. Para ella, que ya hacía tiempo que había interiorizado su propia indignidad, resultó inaceptable tener que renunciar al poder que ostentaba sobre la debilidad de su amante".
(para J.M.; F.L.; J.R; A.M. y los que todavía no lo afrontan, con cariño)

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Keep carpeting



Hoy he tenido otra ocasión de departir, esta vez amigablemente y sin códigos Civitas volando de por medio, con el gran Maestro C...chetíades, amo du mot juste y paladín del culto a la técnica jurídica, con el que he -hemos, pues generoso lo es un rato- compartido disquisiciones jurídicas, codazos asesinos, lapsus de tipografía y tequila Don Julio de bastantes lustros. -"Entre la sustancia y los accidentes siempre ha habido un mundo"-, me lanzó él, así como quien no quiere la cosa y repentinamente; gracias a Dios, estaba cerca mi adlater Johnnie C. Huts, quien le lanzó un retruécano del mismo nivel y hauteur: "me has obnubilado, C... íades". De ahí, pasamos a comparar mi visión transpiratoria de la consideración de los detalles o nuances frente a su culto, de iure y de facto, a toda pequeña afirmación que prometa una divertida sesión de disgresiones jurídicas. En otras palabras, frente a la lasitud que ciertos detalles provocan en mi zona erótico-festiva, él, cargado de dialéctico encono, y acusándome una vez más de temeraria irreflexión resolutiva, opuso su culto a toda aquella cuestión que, por pequeña que pueda parecer a los ojos del admitente, encubra una maravillosa, rica, didáctica y, ante todo divertida, oprtunidad de elucubrar sobre Ihering, Jellinek, Mucio Scaevola, Manresa, y sus progenitores femeninas. ¡Viva Omega Spielhalle, recórcholis¡
Mensaje en clave sólo para iniciados que formen parte de la nave espacial que hay al lado de cierto Colegio Mayor y Universidad Privada.

domingo, 16 de septiembre de 2007

A la recherche du temps perdu

Un día, de joven, cometí un error: me dejé llevar, y me condené a no dejar nunca de ser el mismo. Me encerraron, para siempre, por cercenar una vida que desconozco si hubiera sido mejor que la mía. Me encerraron entre cuatro paredes, y me condenaron a la sodomización, a ser humillado. Al miedo diario, a la mafia, a tener que formar parte de un submundo de estiletes, de bolis quemados para endurecer la punta y, así, poder meterla en la garganta de los enemigos. Me condenaron a perderme mi propia vida, de modo que, cuando me soltaron, ya era un viejo. Y me condenaron, otra vez, a salir a un mundo, a un tiempo, que no conocía. Y me condenaron a no ser aceptado nunca, de modo que volví a odiar, y a ser encerrado, una vez más, entre los míos. Y me di cuenta de que mi verdadero mundo era el de las paredes de la prisión que convirtieron en mi hogar. Si volviera a vivir… Si consiguiera volver a nacer, no haría lo que hice, pero intentaría nacer en otra familia, en otro barrio, en otro colegio, en otra ciudad, otro mundo, otro universo, otro tiempo, otra Historia donde los buenos siempre son felices si consiguen ser fieles a sí mismos. Paseo por las calles, en mi libertad provisional, y mis posibilidades son pocas o ninguna. Estoy harto de ayudar a aparcar coches, y mis noches se llenan de negrura. Y veo a los pijos con sus niñas guapas, y me planteo por qué yo no puedo aspirar a lo mismo. Y me planteo la posibilidad de conseguir lo que se me negó por la fuerza, por la navaja, por la violencia, por las lágrimas. Y vuelvo a oír, en mi mente, la canción triste que me guiará, me aconsejará. Me resolverá, y me salvará.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Cuidando de otros, aunque no sean como nosotros


Sin palabras. Gracias, Curra, por dejarme colgarlo: es demasiado bueno como para no compartirlo (la del vídeo es Kati, la perrita de Curra, cuidando de la nueva camada de cierta gata compañera de casa, en el Hierro). Por cierto, Curra, a ver si te vienes por Madrid, y nos tomamos unas tapillas por la Latina, mientras departimos amigablemente sobre reservas de la biosfera y el comportamiento de los buceadores en la Restinga. Un besote

jueves, 13 de septiembre de 2007

Me estás leyendo...

Casi oculto por ese mar de carpetas naranjas, intentando no molestar a la vecina, con un auricular puesto, después de una buena comida colombiana trufada de reflexiones sobre las relaciones... si, tú, AGG, te estoy viendo: soy el blog, y te estoy leyendo, a TI, ahora mismo.

lunes, 10 de septiembre de 2007

para Ana

No hay cosa peor que empeñarse en ser un desgraciado. Hoy he vuelto a hablar, tras excesivo tiempo, con Ana, una amiga que estoy perdiendo, pero no por falta de cuidados, sino como consecuencia de que ella ha decidido comenzar a ir perdiéndose, poco a poco, sin prisa, pero también sin pausa. Al ser éste un lugar público, no comentaré todo lo que le ha pasado, pero sí diré que es mucho, y que es grave. Y en algún lugar del camino, y del tiempo, decidió pararse, dejar de andar y quedarse en el sitio en que está ahora, desgraciadamente creo que para siempre. Lo que le ha ocurrido a Ana nos pasa a todos, porque el tiempo pasa, y la gente a la que amamos no es eterna. La gente muere, nos deja, pero nos deja sólo en la medida en que queremos que nos deje. Y la pérdida nos hunde, pero podemos utilizarla para engrandecernos y darnos cuenta de que, realmente, la gente sigue ahí, y quizás la sentimos más ahora que nunca, porque antes, como les teníamos al lado, no pensábamos tanto en ellos. La gente existe porque les percibimos, y les percibimos sintiéndoles, y les sentimos queriéndoles. Y así, nadie pasa, porque siempre queda, en la medida que les recordamos, y no dejamos de quererles. No te quedes en el camino, porque si te paras y, en vez de mirar la belleza de lo que te rodea para coger impulso, te dejas caer, no te levantarás. Y no quiero ver cómo envejeces ahí, así, con todo lo que tienes que dar al mundo, con todos los cuadros que te quedan por pintar, y con todo lo que tengo que chincharte todavía.
Un beso, Ana.
P.S.- Coge de la mano a la Feli, pásate por Lauticia, y tómate unas gambitas de mi parte mientras que recordáis los buenos -o no tan buenos, qué más da- tiempos en que estábamos todos juntos. L.

Vacaciones IV (fine): Asturias





Ya con unos cuantos días de trabajo, es bueno rememorar las vacaciones, siquiera para recordar que hemos descansado. San Timoteo, como siempre, gracias a la peña "Los divertios" y la capacidad de su barril de sidra; el castro de Coaña nos recuerda que el tiempo no es una mera invención para situarnos en un aquí y un ahora, y Almuña sigue ahí, como siempre, afortunadamente, para usarla como refugio y escondite siempre que se necesite. Y como siempre, Muñalén y Lydia, el afillao, los bollos preñaos con vino de mesa en las verbenas de pueblo, San Cristobal y sus acantilados, Cadavedo, el Cabanín, las bodas vaqueiras... Asturias, y todo lo que nos da, y nos seguorá dando. Hasta pronto

miércoles, 5 de septiembre de 2007

de redentionis (las cargas del pasado)

Todos tenemos fantasmas en un lugar, alejado pero no oculto, del corazón. Y estos fantasmas a veces se limitan a estar, a respirar dentro de nosotros, pero otras veces se revuelven, protestando por estar encerrados, y nos impiden seguir no vivos, pero sí viviendo. Y nos impiden darnos a otros, y nos impiden confiar, asustándonos con el recuerdo de lo que sufrimos en un pasado no muy lejano, un sufrimiento en cuyos dolores fueron paridos ellos. Y así, el miedo a volver a doler nos impide tomar decisiones que son nosotros mismos. y así va pasando la vida, sólo que la vida lo es sólo a medias. Y así dejamos de hacer cosas, de modo que el miedo a sufrir se va enquistando, y convirtiendo en apatía, en un sopor del que sólo despertamos para dormir definitivamente. Y así, la vida se pasa, como tantas otras, y nos convierte en pequeños seres humanos, agazapados en un lugar de semioscuridad, al lado de una ´luz mínima, sin poder ver las cosas con su propia luz, por miedo a que esa luz nos ciegue. Y así envejecemos, y así morimos. Y así se acaba todo, sólo que realment se acabó cuando decidimos que no volveríamos a sufrir. Y así, quienes nos hicieron sufrir nunca dejaron de habitar en nosotros, en la forma de fantasmas, en la forma de segadores, en la forma de lobos. Y sólo la valentía, la decisión, la audacia o el amor nos redimirán.
Decidiros, dejad las ataduras del miedo al dolor, y sed felices intentándolo otra vez.
(recordando protocolos, sellos de agua, Historia del Derecho y conversiones al Islam con tatuajes que sólo el fanatismo borra)

martes, 4 de septiembre de 2007

Un poco de humor: el príncipe gitano cantando "in the Ghetto". Karaoke para aprender inglés


Atendiendo al multitudinario clamor por una luz que guíe el duro camino de la lengua de Shakespeare, incluyo una canción mítica en sus dos versiones en ingles, traducida al castellano. Me consta que inspirará a aquellos que, lejos de revolcarse en la molicie haciendo honor a la humana naturaleza concupiscente, luchan por satisfacer la eterna inquietud del alma eterna por nunca dejar de aprender. Una joya didáctica que espero sea valorada en toda su amplitud.

lunes, 3 de septiembre de 2007

La versión original de Hurt, por Nine Inch Nails


Fue Trent Reznor, el vocalista de nine inch nails, quien escribió Hurt. A mí, personalmente y por legítimas -no por ello mejores- razones, prefiero la versión de Johnny Cash, si bien ambos hablan de fantasmas. En todo caso, el vídeo vale también la pena

Una gran canción. Hurt, por Johnny Cash


i hurt myself today
to see if i still feel
i focus on the pain
the only thing that's real
the needle tears a hole
the old familiar sting
try to kill it all away
but i remember everything
what have i become?
my sweetest friend
everyone i know
goes away in the end
you could have it all
my empire of dirt
i will let you down
i will make you hurt
i wear my crown of shit
on my liar's chair
full of broken thoughts
i cannot repair
beneath the stain of time
the feeling disappears
you are someone else
i am still right here
what have i become?
my sweetest friend
everyone i know
goes away in the end
you could have it all
my empire of dirt
i will let you down
i will make you hurt
if i could start again
a million miles away
i would keep myself
i would find a way
Mejora la versión original, al convertirla Johnny Cash en su canto del cisne. De las mejores interpretaciones que he tenido el honor de poder admirar. Sólo por esta versión, deberíamos recordarle. Disfrutadla, y sentidla, pues parece que estuvo esperando para poder cantarla, interpretarla, y grabarla en la memoria colectiva. El vídeo, otro testimonio.