miércoles, 9 de junio de 2010

De finales y principios

Acabo de ver el final de una serie que comencé por accidente -quizás poe aburrimiento-, me enganchó por sorpresa y me deja ahora, cuando yo elijo, con un buen montón de recuerdos y personajes que, por estereotipados que estén, no dejan de emocionar. Es difícil estar a la altura de un buen comienzo y un mejor desarrollo, así que lo mejor cuando se acaba, como en la vida, es echar el telón, recogerlo todo e irse por la salida de artistas, en silencio, sin efusiones y echando una última mirada atrás que aglutine en un nanosegundo todo lo vivido. Y en esa última mirada atrás nos damos cuenta de que el tiempo es tan relativo como eterno, pues en el brevísimo espacio de esa última mirada, en la décima de segundo que pasa entre un parpadeo y otro, revivimos todos y cada uno de los minutos de una aventura, de un viaje, de un amor o de una vida. Y así, siquiera temporalmente, nos asomamos a la inconmensurable capacidad que tiene el hombre de atesorar lo vivido y extraer, como un caliz último, la sublime esencia de la vida, que no es sino el sentimiento de haber sido humanos durante el tiempo que dura la caída de una gota de agua. Pero entonces resulta que si, en lugar de ver cómo comienza a caer, miramos a nuestros pies, vemos que no hay vaso, ni recipiente, ni siquiera tierra donde esa gota pueda caer y evaporarse, de modo que si bien la gota es pequeña, y frágil, y susceptible de mutar en vapor o solificarse en el hielo que a veces se encuentra en los diamantes, esa gota se convierte en eterna, pues nunca desaparecerá por completo. Somos gotas de un mar sin fin que en un momento determinado comienzan a caer, pero que nunca tocan un recipiente pues, una vez vertidas, viajan siempre por la eternidad. Somos gotas de eternidad que, pequeñas y débiles, son vertidas para pedurar: como tales o, dados los elementos, en otros estados, en otros espacios, en otros tiempos. Pero siempre, siempre, en la eternidad. Porque lo que importa, una vez nacido, podrá cambiar, pero nunca muere.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¿ Qué serie es? Prefiero creer que puedo resucitar y llevar zapatos.

A.

demagophobe dijo...

Resucitar es de todo punto compatible con lo que escribo en este post, querido A. La serie es Lost: me enganché y si bien las hay mejores, qué quieres que te diga..

demagophobe dijo...

Resucitar es de todo punto compatible con lo que escribo en este post, querido A. La serie es Lost: me enganché y si bien las hay mejores, qué quieres que te diga..

Anónimo dijo...

Tranquilo, siempre puedes engancharte a "Amar en tiempos revueltos". Esa no se acaba nunca...

PS: Te hubiera recomendado la de "Bea la Fea", pero creo que ya no está en emisión.

Anónimo dijo...

Mira que son malas estas series norteamericanas que duran y duran como pilas Duracell mientras acompañan los shares de audiencia. Un buen dia acaban dejandonos huérfanos repentinos tras el "The End" definitivo y si nos molestamos en repasarlas las encontraremos vacias, banales y sobretodo pretenciosas, chicle que se estira y estira aun cuando el sabor y el aroma se haya difuminado hace tiempo.

Desde aquí puedo oir las risas de los guionistas descojonándose de los intentos infructuosos por parte de la peña de esclarecer las tramas y subtramas chorras y absurdas que se mezclaban sin pies ni cabeza a lo largo de los años en la serie (pero si ni ellos saben que demonios contaban en la serie).