lunes, 7 de junio de 2010
El pasatiempo de Betanzos
Existen sitios que por una razón u otra se te quedan en el subconsciente más profundo, aletargados, y allí esperan durante décadas hasta que un acontecimiento, un comentario, una foto o un olor los despierta, e irrumpen en nuestra memoria con la fuerza de los cautivos. Este Corpus uno de los sitios que visité fue Betanzos. Y recordé. Recordé que unos hermanos de ese pueblo de cuestas e historia volvieron ricos de Argentina, y quisieron dejar en su pueblo una huella que, testimonio de diversas cosas diversas -está dicho a propósito-, quedara siempre. Y lo lograron. Los hermanos García Naveira adquirieron áreas enteras de la marisma de Betanzos para construir e inaugurar en 1895 el parque didáctico más peculiar, único y secretamente ecléctico de todo el mundo: el Pasatiempo. Emulando la ascensión de Dante del purgatorio al cielo, el Pasatiempo se estructura en una suerte de terrazas de conocimiento, a veces evidente, a veces hermético, donde se unen el juicio de Salomón, el arbol genealógico de la riqueza, bajorrelieves de los adelantos de la época -el dirigible, el biplano y el automóvil-, la boca del diablo, la pirámide de Keops, un laberinto, cuevas con sus estalactitas y estalagmitas, todos los husos horarios, el degollamiento de Tupac Amaru... en un conjunto, ya histórico, pensado por sus autores para comunicar sus conocimientos a paisanos, contemporaneos y a los que, 125 años después, todavía nos asombramos con los mensajes encerrados en tan peculiar complejo. Siguiendo las pautas de los jardines del XVIII no falta nada: ni el típico laberinto, ni el pabellón chino ni los invernaderos, todo estructurado en diversas sendas de conocimiento que, ascendiendo material y epistemológicamente, llevan a las estatuas de la justicia, la madre y el propio fundador con su nieto. Los mensajes soterrados, muchos. Pero dejaré que los vean materialmente para disfrutarlo. Hora aconsejada, el atardecer (cierra a las nueve).
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2 comentarios:
Vale. Bien. Pero háblenos usted de la tortilla...
Esa tortilla, con esos huevecitos naturales tan cruditos, de un amarillo que parece casi artificial de intenso que es... Esas patatas tan delgaditas y refrititas antes de ser mezcladas con el huevo, de modo que se logra esa textura única, combinación de líquida a la par de crujiente... Hallazgo importante. Otro gourmet amigo y compañero nos había recomendado la pulpería Pirri, pero al final optamos por casa Paco, donde nos dimos a la tortilla y al guiso de ternera gallega. Sufriendo siempre que se puede, que digo yo.
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