martes, 19 de octubre de 2010

Nobel ejemplar

Poco que escribir y mucho que reflexionar sobre la concesión del Nobel a Don Mario. Menos mal que la Academia está más allá de talantes, correcciones políticas (si no, que se lo pregunten a los chinos), yugos temáticos y aborregamiento mental, y ha decidido, más que acertadamente, dar el Nobel a quien ha demostrado a lo largo de décadas que hay cerebros creadores innatos, con sus propias ideas, y que producen obras de tal calidad que permiten a sus propietarios ignorar el adocenamiento y la sumisión a la política del momento (que no a los gustos de los lectores de siempre) para poder dedicar su tiempo y esfuerzos a crear e innova, y no a dar gusto a quien, si no, no te publica. Pero claro, esto sólo se lo pueden permitir los Borges, los Cortázar, los Rulfos, los Vargas Llosa... y no la caterva de imitadores que si no te sacan la enésima novelita histórica sobre Rufus de Antioquía (prestamista golfete que se enamora de una esclava gaditana bizca), te sacan el último dramón de prisioneros de guerra en las cárceles del régimen... Por Dios: entre esto, los remakes cinematográficos de Karate Kid, la vuelta del look pijo, el apropiacionismo en arte y las princesas del pueblo no se ni dónde ni cómo vamos a acabar (bueno, sí, pero me aterra pensarlo). L.

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